
Un año antes de cometer el doble femicidio que conmocionó a Córdoba, Pablo Laurta había protagonizado otro capítulo oscuro de su historia personal: en marzo de 2024 consiguió que la Justicia le permitiera borrar el apellido de su padre, al que acusó de haberlo maltratado durante su infancia.
El trámite judicial se había iniciado en agosto de 2022. En su presentación, el femicida argumentó haber sufrido “maltrato psicológico y físico” y dijo que no tenía contacto con su padre desde los 18 años. Así, su nombre pasó oficialmente de Pablo Daniel Rodríguez Laurta a Pablo Daniel Laurta.
En el expediente figura un detalle estremecedor: entre los testigos que declararon a su favor estaban sus futuras víctimas, Luna Giardina y su madre, Mariel Zamudio. Luna aseguró ante el tribunal que siempre lo conoció como Laurta y que él evitaba usar su apellido paterno por una “mala relación con su padre”.
Sin embargo, esa versión fue desmentida por su madre, Estrella Laurta, quien negó los supuestos maltratos y aseguró que su exmarido “era un hombre tranquilo, un padre presente” y que su hijo tuvo “una infancia entre algodones”.
El expediente también revela que Laurta presentó su ONG, “Varones Unidos por una Masculinidad Positiva”, como un espacio para “ayudar a jóvenes sin figura paterna positiva”, argumento con el que reforzó su pedido de cambio de identidad. Un año después, el mismo hombre que invocaba la “masculinidad positiva” mató a su expareja y a su suegra, en uno de los crímenes más brutales de los últimos tiempos.