21/10/2025 - Edición Nº987

Internacionales

Deriva autoritaria

La detención del alcalde de Gyumri sacude a Armenia: ¿maniobra de Pashinyan?

20/10/2025 | La detención del alcalde de Gyumri expone el creciente uso del aparato judicial por parte del gobierno de Nikol Pashinyan para neutralizar a la oposición.



La detención del alcalde de Gyumri, Vardan Ghukasyan, ha desatado una tormenta política en Armenia. En un operativo espectacular, agentes anticorrupción irrumpieron en el despacho del edil y lo trasladaron esposado bajo acusaciones de soborno. Para la oposición, sin embargo, se trata de una maniobra calculada del primer ministro Nikol Pashinyan para desarticular a los rivales que amenazan su hegemonía política a pocos meses de las elecciones legislativas.

Ghukasyan, un aliado del exmandatario Robert Kocharyan, fue elegido democráticamente y es uno de los pocos líderes locales que mantienen independencia frente al poder central. Su detención, ocurrida apenas días después de que Pashinyan advirtiera que “tolerará cero corrupción en Gyumri”, alimenta las sospechas de que el gobierno está usando la bandera anticorrupción como excusa para eliminar opositores. En la segunda ciudad más grande del país, las protestas no se hicieron esperar: cientos de ciudadanos marcharon acusando al primer ministro de instaurar una “dictadura disfrazada de reformas”.

Una justicia al servicio del poder

El caso Ghukasyan no es aislado. En los últimos meses, el gobierno ha impulsado una ola de procesos judiciales contra figuras críticas, incluyendo clérigos de la Iglesia Apostólica Armenia y exfuncionarios prorrusos. Las acusaciones de conspiración, soborno o abuso de autoridad se multiplican, siempre dirigidas contra opositores o voces disidentes. Analistas locales advierten que el país está entrando en una fase de autoritarismo blando, donde el discurso de la legalidad encubre una purga política sistemática.

Mientras el gobierno defiende su actuación como parte de una campaña por la transparencia, las detenciones selectivas y la falta de pruebas contundentes refuerzan la percepción de un sistema judicial capturado por el poder ejecutivo. La propia oposición denuncia que las instituciones fueron transformadas en instrumentos de intimidación para garantizar el control total de Pashinyan sobre el aparato estatal.

Reacción interna y aislamiento internacional

El arresto ha generado tensiones dentro y fuera del país. Organizaciones de derechos humanos y observadores europeos expresaron su preocupación por el deterioro de las libertades civiles y el uso del discurso anticorrupción como arma política. En Ereván, los medios independientes enfrentan crecientes presiones, mientras los periodistas que cubren los casos judiciales contra la oposición denuncian censura y hostigamiento.

El panorama exterior tampoco favorece a Pashinyan. Su distanciamiento de Moscú no le ha traído el respaldo firme de Occidente que esperaba, y su popularidad interna se erosiona ante la percepción de que el gobierno prioriza la represión sobre la estabilidad. Los analistas apuntan que la estrategia de criminalizar al disenso podría fracturar la gobernabilidad en un país que ya enfrenta crisis económica y tensiones geopolíticas.

La democracia en riesgo

Lo que ocurre en Gyumri es un reflejo de un patrón más amplio: un liderazgo que prometió reformas democráticas pero consolida el control autoritario bajo la retórica de la moral pública. La detención de Ghukasyan simboliza el colapso de la pluralidad en Armenia y el uso del miedo como herramienta de gobierno.

Si el gobierno de Pashinyan no rectifica, el país podría quedar atrapado entre la desconfianza internacional y la inestabilidad interna. La lucha contra la corrupción es una causa legítima, pero cuando se convierte en un arma política, deja de servir a la justicia para servir al poder.