31/10/2025 - Edición Nº997

Internacionales

Patrimonio en riesgo

Robo en el Louvre: el comando que burló la seguridad y se llevó joyas reales

20/10/2025 | Los ladrones actuaron con precisión quirúrgica en plena mañana parisina y expusieron fallas graves en la seguridad del museo.



El Museo del Louvre de París fue escenario de un golpe sin precedentes. Un grupo de al menos cuatro ladrones irrumpió el domingo por la mañana en la Galerie Apollon, donde se exhiben las Joyas de la Corona francesa, y en apenas siete minutos logró sustraer piezas históricas valuadas en millones de euros.

Los delincuentes llegaron en motocicletas y estacionaron un camión con montacargas frente a la fachada del museo, aprovechando los andamios de una obra de restauración. Con la ayuda de la maquinaria, accedieron por un balcón que da al río Sena, rompieron una ventana y, una vez dentro, actuaron con precisión quirúrgica: forzaron vitrinas, tomaron lo que buscaban y huyeron antes de que el personal de seguridad pudiera intervenir.

El botín incluye tres piezas únicas del patrimonio francés. La corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, confeccionada en 1855, está adornada con 1.354 diamantes y 56 esmeraldas; fue hallada horas después en una calle cercana, dañada y cubierta de polvo. También desaparecieron el collar y los pendientes de esmeraldas de la emperatriz María Luisa, compuestos por 38 esmeraldas y 1.146 diamantes, y la tiara de la reina María Amelia, elaborada con 84 zafiros y 1.083 diamantes engarzados en oro y plata. En total, los investigadores estiman que los ladrones se llevaron más de 10.000 diamantes.

A pesar de su antigüedad, la mayoría de las joyas sustraídas habían llegado al Louvre en tiempos recientes. De las ocho piezas robadas, siete fueron incorporadas a la colección desde 1985, incluidas dos que reaparecieron en subastas de las antiguas Joyas de la Corona celebradas en 1887. El conjunto de esmeraldas de la emperatriz María Luisa se adquirió en 2004 gracias al Fondo del Patrimonio y a la Sociedad de Amigos del Louvre; el collar de zafiros de la reina María Amelia ingresó en 1985, mientras que la diadema de la emperatriz Eugenia y su gran broche fueron incorporados en 1992 y 2008.


La Galerie Apollon, donde se exhiben las Joyas de la Corona francesa, fue el escenario del asalto. Los ladrones rompieron vitrinas y escaparon antes de que sonaran las alarmas.

Estas piezas, junto con otras de la monarquía y del Imperio, se exhibían en la Galerie Apollon no solo por su valor artístico y material, sino como símbolo de continuidad entre la historia de Francia y su identidad cultural moderna. El Louvre las presentaba como testimonio de la maestría orfebre del siglo XIX y de la evolución política del país, desde la monarquía hasta la república.

A pesar de la magnitud del robo, los expertos sostienen que vender las piezas será prácticamente imposible. Cada joya está catalogada, fotografiada y registrada en bases de datos internacionales, lo que impide ofrecerlas incluso en el mercado negro o la dark web. Las autoridades creen que los autores podrían verse obligados a desarmarlas o destruirlas para intentar recuperar parte del valor de las gemas, lo que significaría una pérdida irreparable para el patrimonio histórico francés.


La corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, con 1.354 diamantes y 56 esmeraldas, fue hallada dañada y cubierta de polvo horas después del robo.

Las primeras pericias revelaron fallas críticas en el sistema operativo de seguridad del Louvre: las alarmas no se activaron de inmediato, hubo demoras en la comunicación interna y el personal disponible en el ala afectada era mínimo. Aunque la sala contaba con cámaras y sensores, no estaba equipada con un sistema de blindaje automático. Durante los siete minutos que duró el asalto, los delincuentes actuaron sin encontrar resistencia, exponiendo una brecha alarmante en la protección del museo más visitado del planeta.

El presidente Emmanuel Macron calificó el hecho como “un atentado contra un patrimonio que forma parte de nuestra historia” y aseguró que las piezas serán recuperadas. La ministra de Cultura, Rachida Dati, reconoció que el comando actuó “con calma y precisión” y anunció una auditoría completa de los protocolos de seguridad.

Mientras tanto, el Louvre permanece cerrado al público por “motivos excepcionales” mientras se revisan los procedimientos internos y se evalúan los daños en la sala. El cierre parcial incluye la Galería Apolo y otras secciones adyacentes, en las que se reforzará la infraestructura de vigilancia y control.

Por ahora, no hay detenidos, aunque la policía francesa investiga a una banda profesional con vínculos en el circuito internacional del arte y antecedentes en robos de alto perfil. Las autoridades rastrean imágenes de cámaras de tránsito, registros de peajes y huellas halladas en las vitrinas. También se analizan movimientos recientes en puertos y aeropuertos por posibles intentos de sacar las piezas del país.


La tiara de la reina María Amelia, con 84 zafiros y más de mil diamantes, formaba parte del conjunto histórico sustraído del museo.

Más allá del botín, el golpe dejó una herida simbólica: Francia enfrenta el reto de proteger sus tesoros sin ocultarlos. En los próximos meses, el Louvre deberá demostrar que puede reforzar su seguridad sin perder su esencia: ser el guardián de la historia y el arte que el mundo entero viaja para admirar.