21/10/2025 - Edición Nº987

Internacionales

Memoria fracturada

Chile, a cinco años: la verdad detrás del estallido que dividió al país

21/10/2025 | Cinco años después, el relato del estallido de 2019 expone la desilusión ante un proceso político dominado por la izquierda.



El 20 de octubre de 2019, Chile vivió una jornada que cambió su historia reciente. Lo que comenzó como una protesta por el alza del pasaje del Metro se transformó en un movimiento de masas alentado por la izquierda, que pronto desbordó los cauces institucionales. Las marchas masivas derivaron en saqueos, incendios y un clima de violencia que golpeó al país durante meses. A cinco años, muchos chilenos miran aquel periodo con desencanto: las promesas de cambio se desvanecieron y el país quedó más polarizado y desconfiado que nunca.

Hoy, los mismos grupos que promovieron la “revuelta” intentan resignificar su legado como una gesta popular. Sin embargo, las heridas sociales, económicas y psicológicas permanecen abiertas. Miles de comercios destruidos, pequeños empresarios arruinados y carabineros lesionados son parte del saldo que rara vez se menciona en los discursos oficiales. En lugar de justicia o progreso, muchos ven en el estallido el inicio de una etapa de deterioro institucional.

De la revuelta al fracaso constituyente

El proceso constituyente, impulsado por el oficialismo y sectores de izquierda, prometía refundar el país desde la participación ciudadana. Pero las dos derrotas consecutivas en plebiscitos —en 2022 y 2023— mostraron que la mayoría de los chilenos rechazó esa visión ideológica. Lo que se presentó como una oportunidad histórica terminó convertido en un símbolo del fracaso político de una élite desconectada de las verdaderas preocupaciones sociales.

Los intentos de justificar ese fracaso apelando al miedo o la “campaña del terror” revelan un discurso sin autocrítica. En las universidades y colectivos afines al gobierno, aún se insiste en que el proceso fue saboteado, mientras la ciudadanía percibe que la izquierda se apropió del estallido para imponer su agenda, dejando de lado las demandas reales de seguridad, empleo y estabilidad.

Desigualdad y desencanto

Pese a los años transcurridos, las brechas sociales siguen intactas. Las promesas de un Estado más justo se diluyeron entre burocracia, desorden y un gasto público sin resultados visibles. Las reformas impulsadas por la administración de izquierda no lograron aliviar el costo de vida ni mejorar los servicios básicos. En muchos barrios populares, el eslogan “Chile despertó” se transformó en ironía: el país no despertó, se agotó.

La institucionalización de la memoria del estallido —a través de museos y programas financiados por el Estado— genera también controversias. Para amplios sectores, esos esfuerzos no son más que intentos de legitimar la violencia bajo el relato de la resistencia. Mientras tanto, las víctimas de los desmanes siguen esperando reconocimiento y reparación.

Entre el mito y la realidad

Cinco años después, el estallido social se revela más como un mito construido por la izquierda que como un punto de inflexión positiva. El país no emergió fortalecido, sino dividido. La narrativa heroica de la “primavera chilena” se enfrenta ahora a la evidencia del deterioro económico, la inseguridad y la pérdida de confianza en la política.

El desafío pendiente es recuperar el sentido del orden y la convivencia, valores que quedaron en segundo plano tras la exaltación del conflicto. Chile necesita reconstruir su tejido social, no desde consignas ideológicas, sino desde el respeto al trabajo, la ley y la institucionalidad. Solo entonces podrá cerrar el ciclo de un estallido que prometió esperanza y terminó dejando más ruinas que reformas.