31/10/2025 - Edición Nº997

Internacionales

Crisis sanitaria

Brasil en alerta: el fenómeno que hunde a bares y restaurantes

21/10/2025 | Las ventas en bares y restaurantes bajaron casi 5 % tras una ola de envenenamientos que sembró miedo y golpeó la economía del ocio.



El sector gastronómico brasileño atraviesa su momento más delicado desde la pandemia. Un informe de la Asociación Brasileña de Bares y Restaurantes (Abrasel) reveló que las ventas del rubro cayeron 4,9 % en septiembre, un descenso inesperado para un mes tradicionalmente favorable. La causa inmediata es la ola de intoxicaciones por metanol vinculadas a bebidas adulteradas que circulaban en distintas regiones del país, lo que ha provocado desconfianza masiva entre los consumidores y una brusca caída en la asistencia a locales nocturnos.

Las autoridades sanitarias confirmaron 46 casos de intoxicación y ocho muertes en menos de dos meses. La magnitud del problema llevó a las prefecturas de São Paulo y Río de Janeiro a intensificar los controles de calidad en destilerías y distribuidores. Sin embargo, el daño ya está hecho: la percepción de inseguridad alimentaria se instaló en la población, afectando tanto a los bares tradicionales como a las cadenas gastronómicas que basan su rentabilidad en el consumo de bebidas alcohólicas.

Desconfianza y consumo en retroceso

El impacto va más allá del ámbito sanitario. Según Abrasel, los locales reportaron una retracción del 30 % en las ventas de bebidas alcohólicas, sobre todo en São Paulo, donde se concentraron los primeros casos. En redes sociales, decenas de usuarios advierten que prefieren “beber en casa” antes que arriesgarse. Este cambio de hábito, sumado al aumento de la inflación y la pérdida del poder adquisitivo, amenaza con profundizar la crisis de un sector que emplea a más de seis millones de personas en todo el país.

La combinación de temor y menor ingreso disponible genera un cóctel letal para los comercios. Los empresarios reconocen que la caída de la demanda llegó justo cuando el rubro comenzaba a recuperarse del impacto de la pandemia. “El pánico se propagó más rápido que las inspecciones”, admitió un portavoz de Abrasel, que pidió una campaña nacional de información para restablecer la confianza pública en los establecimientos habilitados.

Economía de la desconfianza

A nivel macroeconómico, este episodio revela la vulnerabilidad de un modelo de consumo que depende de la percepción de seguridad. En Brasil, donde el ocio urbano es un pilar de la economía de servicios, la confianza del consumidor actúa como indicador adelantado de estabilidad. Si la desconfianza persiste, las pequeñas empresas —que ya enfrentan altos costos e impuestos— podrían cerrar o recurrir a despidos, debilitando aún más el mercado laboral informal.

La crisis por intoxicaciones es también un llamado de atención para el Estado. El contrabando de alcohol adulterado no solo pone en riesgo la salud pública, sino que evidencia fallas estructurales en la fiscalización y en la cadena de distribución. Mientras los consumidores optan por reducir su exposición, los productores legales pierden mercado ante redes clandestinas que lucran con la precariedad. Si el Gobierno no actúa con rapidez, el impacto económico podría prolongarse más allá del verano.