En los años 90 las sociedades anónimas comenzaron a desplegarse por el fútbol europeo, pero en Argentina, en pleno menemismo, chocaron contra el muro de un liderazgo fuerte de Julio Grondona y la AFA.
A pesar de la negativa a la transformación de fondo de los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), hubo distintos intentos y proyectos de gerenciamiento, como el de TyC Sports con Argentinos Juniors. El “Semillero del Mundo”, venía de una época muy buena en los 80’ y principios de los 90’, donde se consolidó en la primera división del fútbol argentino.
Sin embargo, había terminado anteúltimo en la temporada 1992-1993, tenía su cancha de madera en La Paternal inhabilitada desde 1983 y su localía se alternaba entre los estadios de Ferro, Vélez, Atlanta y Español.
En este contexto, el presidente Luis Veiga aprobó la oferta de TyC Sports, la empresa que tenía los derechos de televisión del fútbol en ese entonces, con el objetivo de que se hiciera cargo del gerenciamiento del primer equipo.
La empresa realizó un estudio de la incipiente industria del fútbol y detectó que Mendoza era una plaza muy atractiva, pero que no contaba con un club de Primera División.
El proyecto de Argentinos en esa provincia, fue uno de esos primeros experimentos que tuvieron como objetivo “modernizar” el fútbol y, al mismo tiempo, captar nuevos públicos en una región sin una fuerte historia futbolística en la máxima categoría.

En 1993, el club oficializó su mudanza a Mendoza, instalándose en el estadio Islas Malvinas. Según documentos y testimonios de la época, la idea era que Argentinos jugaría en ese escenario por varios años, intentando consolidarse en la categoría y recuperando el nivel que alguna vez tuvo en La Paternal.
Para esa temporada, desde TyC Sports comenzaron a realizar una serie de contrataciones de jugadores extranjeros. Los refuerzos estrellas llegaron con grandes expectativas: el colombiano Faryd Mondragón, el uruguayo Gabriel Cedrés, el chileno Jaime Pizarro, los paraguayos Roberto Acuña y Andrés Duarte, y otros argentinos de menor perfil.
Las expectativas eran altas, pero la realidad demostró rápidamente que la apuesta no salió como se esperaba. La mayoría de los partidos en Mendoza terminaron en resultados negativos, y las expectativas de llenar el estadio no se cumplieron.
La poca afluencia de público hizo que el club nunca lograra generar los ingresos necesarios para sostenerse y la gestión económica, que en ese momento ya empezaba a mostrar signos de preocupación, se complicó aún más.
A fin de cuentas, el negocio fue de la empresa, que logró ubicar a Cedrés en River y a Mondragón y Acuña en Independiente, pero las arcas del club no vieron ni un peso.
Por si fuera poco, en 1995 por la Supercopa, enfrentó como local a Atlético Nacional de Colombia en el Orange Bowl de Miami. El precedente de una localía fuera del país para un equipo argentino antes de la final en Madrid entre River y Boca en 2018.
La localía en Mendoza duró poco más de un año. Los resultados deportivos no mejoraron y el club continuó sin consolidar una base sólida, ni en lo futbolístico ni en lo económico. El último partido fue ante River, un 0-0 por la 19ª fecha del Clausura 1994, el 27 de agosto de ese año. Poco después, el contrato con TyC Sports no se renovó.
El triste final llegaría en 1996 con el descenso, después de 41 años jugando en Primera División de forma ininterrumpida y con el vaciamiento de sus inferiores. El presidente de Boca Juniors, Mauricio Macri, aprovechó la situación como un ave rapaz y se llevó una gran cantidad de jugadores.
De esa forma llegaron al Xeneize juveniles como Juan Román Riquelme, Emanuel Ruiz, Lucas Gatti, César La Paglia, Pablo Islas, Alejandro Lalli, Carlos Marinelli, Ariel Rodó y Fabricio Coloccini.