El rey Carlos III del Reino Unido y el papa León XIV compartieron una oración conjunta en la Capilla Sixtina del Vaticano, en el marco de una visita de Estado que marca un acercamiento sin precedentes entre la Iglesia Católica y la Comunión Anglicana. La ceremonia, de tono solemne y profundamente simbólico, ocurre quinientos años después del cisma que separó a ambas confesiones durante el reinado de Enrique VIII.
El encuentro forma parte de la conmemoración del Jubileo 2025, un año sagrado que la Iglesia Católica celebra cada 25 años como tiempo de perdón, reconciliación y renovación espiritual. En ese contexto, la oración conjunta fue concebida como un signo de unidad cristiana y un mensaje de diálogo en un mundo marcado por tensiones religiosas y políticas.

El gesto también refleja los avances ecuménicos alcanzados en las últimas décadas. Según líderes anglicanos, un acto como este habría sido impensado hace apenas una generación. Desde la década de 1960, ambas Iglesias mantienen un diálogo constante sobre temas teológicos, sociales y ambientales, buscando puntos de convergencia tras siglos de desencuentros.
Durante la ceremonia, el arzobispo anglicano de York, Stephen Cottrell, ofició parte del servicio en reemplazo de Sarah Mullally, recientemente designada como primera mujer en ocupar el arzobispado de Canterbury, aunque asumirá el cargo el año próximo. La presencia de representantes de ambas tradiciones reforzó la idea de un momento de “sanación de la historia”.
Horas antes, Carlos y la reina Camila mantuvieron una reunión privada con el papa León XIV, tras haber visitado meses atrás al papa Francisco en una audiencia previa a la muerte del pontífice argentino. Durante el encuentro de hoy, León XIV otorgó al monarca el título de “Confrater Real” —hermano real— en la Basílica de San Pablo Extramuros, una de las cuatro iglesias más importantes del catolicismo.

En la ceremonia, Carlos III recibió un asiento honorario en el ábside de la basílica, decorado con su escudo de armas y el lema ecuménico Ut unum sint (“Que sean uno”). El gesto, según representantes del Vaticano, simboliza la voluntad de mantener una colaboración permanente entre ambas confesiones. En reciprocidad, el monarca otorgó al papa los títulos de “Cofrade Papal” de la Capilla de San Jorge en Windsor y la Gran Cruz de Caballero de la Orden del Baño, una de las máximas distinciones británicas.
La visita oficial de los soberanos británicos al Vaticano también llamó la atención por su respeto al protocolo. La reina Camila vistió de negro, como dicta la tradición para las mujeres que se presentan ante el pontífice, una señal de sobriedad y respeto según el protocolo vaticano. Solo un grupo reducido de reinas y princesas católicas -mediante el llamado Privilège du Blanc- pueden vestir de blanco ante el papa, prerrogativa que no aplica a monarcas de confesión protestante.
El rey recibió el título honorífico de “Confrater Real” en la Basílica de San Pablo Extramuros, además de un asiento reservado para futuros monarcas británicos.El trasfondo de este encuentro se remonta a 1534, cuando el papa Clemente VII se negó a anular el matrimonio de Enrique VIII con Catalina de Aragón, provocando la creación de la Iglesia de Inglaterra y la confiscación de bienes eclesiásticos por parte de la Corona. Aquella decisión desató siglos de tensiones, persecuciones y rupturas entre católicos y protestantes.
Hoy, medio milenio después, la imagen del rey de Inglaterra rezando junto al papa en la Capilla Sixtina se percibe como un acto de reconciliación y esperanza. “Lo que hace una generación parecía imposible hoy se convierte en realidad”, afirmó uno de los representantes anglicanos presentes.
El cisma anglicano comenzó en 1534, cuando Enrique VIII rompió con Roma tras el rechazo papal a anular su matrimonio con Catalina de Aragón.Con una oración por la paz, la justicia y la protección del planeta -temas centrales tanto para León XIV como para Carlos III-, el encuentro dejó una huella histórica en el camino hacia la unidad cristiana y el entendimiento entre dos tradiciones que alguna vez se enfrentaron desde la fe.