Cincuenta y tres años después del “Domingo Sangriento”, uno de los episodios más oscuros del conflicto norirlandés, la justicia británica absolvió al exsoldado conocido como "Soldier F", el único miembro del ejército llevado ante los tribunales por su participación en la matanza de 13 manifestantes desarmados en la ciudad de Derry.
Medio siglo después, los familiares de los fallecidos en el “Domingo Sangriento” volvieron a recorrer las calles donde ocurrió la matanza, reclamando justicia y memoria para los 14 civiles asesinados.El 30 de enero de 1972, una marcha pacífica organizada por el movimiento de derechos civiles de la comunidad católica recorrió las calles de Derry para protestar contra una ley que permitía encarcelar a sospechosos sin juicio previo. Aquella medida, aplicada por el gobierno británico, había generado un clima de represión y desconfianza.
Durante la protesta, soldados del 1° Batallón del Regimiento de Paracaidistas abrieron fuego contra los manifestantes. Trece personas murieron en el acto y una más falleció meses después a causa de las heridas. Las víctimas eran civiles, en su mayoría jóvenes, ninguno de ellos armado. Las imágenes de los cuerpos tendidos en el suelo y de los familiares intentando socorrerlos conmocionaron al mundo y profundizaron el conflicto en Irlanda del Norte, conocido como The Troubles, que se extendería durante tres décadas.
Entre fines de los años sesenta y fines de los noventa, Irlanda del Norte vivió una guerra interna marcada por atentados, patrullas militares y divisiones religiosas que dejaron más de 3.500 muertos.El suceso cambió para siempre la percepción de la presencia militar británica: lo que había comenzado como una intervención para contener la violencia sectaria terminó siendo visto como una ocupación. A partir de ese momento, aumentó el apoyo al Ejército Republicano Irlandés (IRA) y la espiral de enfrentamientos se intensificó.
En los años posteriores, la primera investigación oficial -realizada poco después de la tragedia- exoneró rápidamente a los soldados y culpó a los manifestantes, un informe que fue ampliamente cuestionado por la comunidad internacional y las familias de las víctimas.
Recién en 1998, tras el Acuerdo de Viernes Santo que puso fin al conflicto armado, se ordenó una nueva investigación independiente. La Saville Inquiry, publicada en 2010, concluyó que los disparos fueron injustificados y que las víctimas no representaban amenaza alguna. El entonces primer ministro británico ofreció una disculpa formal ante el Parlamento, calificando lo sucedido como “injustificable e injustificado”.

Sin embargo, la búsqueda de justicia judicial avanzó con lentitud. La complejidad de los hechos, la falta de pruebas materiales y el paso del tiempo dificultaron los procesos. La mayoría de los soldados implicados ya habían fallecido o no pudieron ser identificados con certeza. Solo Soldier F fue finalmente acusado por dos homicidios y cinco intentos de asesinato.
El juicio se desarrolló sin jurado en el Tribunal de la Corona de Belfast, dadas las particularidades del caso. Tras analizar los testimonios de la época y las evidencias, el magistrado determinó que las pruebas no alcanzaban el estándar requerido para una condena penal.
La absolución llega más de medio siglo después de los hechos y ha provocado reacciones encontradas. Para los familiares de las víctimas, representa una nueva herida en su reclamo por justicia. Para algunos sectores militares y políticos, en cambio, significa el cierre de un capítulo doloroso que, argumentan, no puede juzgarse con los parámetros del presente.

Este mes, al conocerse el veredicto, decenas de familiares y sobrevivientes marcharon nuevamente por las calles de Derry, siguiendo la misma ruta de la manifestación de 1972. Portaban retratos de las víctimas y pancartas con los nombres de cada uno de los caídos, en una caminata silenciosa que culminó frente al monumento conmemorativo del Domingo Sangriento. Para muchos, la absolución del soldado representa un golpe a décadas de lucha por verdad y justicia, aunque aseguran que seguirán pidiendo que el Estado británico asuma plenamente su responsabilidad histórica.
El “Domingo Sangriento” marcó el punto de inflexión de The Troubles, un conflicto que dejó más de 3.500 muertos hasta la firma de la paz en 1998. A pesar de los avances en la reconciliación, la memoria de aquel día continúa siendo un símbolo del sufrimiento y la división entre las comunidades católica y protestante.
La absolución de Soldier F recuerda que, medio siglo después, las heridas del pasado siguen abiertas y la búsqueda de justicia y verdad continúa siendo uno de los desafíos más sensibles en la historia reciente de Irlanda del Norte.