La decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de aprobar la primera fusión formal entre partidos con personería vigente marca un punto de inflexión en la historia política de Colombia. La integración de la Unión Patriótica (UP), el Polo Democrático Alternativo (PDA) y el Partido Comunista Colombiano (PCC) abre paso a una organización unificada que busca fortalecer la representación del progresismo en el escenario nacional. El nuevo ente, que se denominará Pacto Histórico, aún espera la ratificación definitiva de su personería jurídica.
Aunque el proceso fue aprobado mediante la resolución 9673, la medida no estuvo exenta de controversias. Diversos recursos y apelaciones fueron presentados ante el CNE, principalmente por sectores que cuestionaron la exclusión de Colombia Humana, el movimiento liderado por Gustavo Petro, del procedimiento final. Pese a ello, la resolución fue ratificada el 17 de octubre de 2025, tras semanas de deliberación interna y revisión jurídica.
La Ley 1475 de 2011 regula las condiciones de fusión, disolución o escisión de partidos políticos. Para que una fusión sea válida, las colectividades deben tener personería jurídica vigente, cumplir los procedimientos estatutarios internos y carecer de sanciones pendientes ante el CNE. En este caso, la fusión fue aprobada de manera condicionada, debido a investigaciones que continúan abiertas contra las agrupaciones involucradas. Este detalle legal impide, por ahora, el pleno reconocimiento del nuevo partido.
El proceso también se vio limitado por la falta de documentación completa de algunos movimientos aliados. Colombia Humana y Progresistas no pudieron acreditar el quórum estatutario exigido, lo que determinó su exclusión formal. Pese a ello, la decisión del CNE representa una innovación institucional: por primera vez, se permite que tres partidos con historia propia se unan bajo una sola plataforma ideológica sin necesidad de liquidarse.
La creación del Pacto Histórico como fusión de estructuras tradicionales puede reconfigurar el sistema de partidos en el mediano plazo. Para muchos analistas, esta decisión consolida un bloque de izquierda formalmente reconocido, capaz de disputar espacios a las formaciones tradicionales. Además, sienta precedente para que otros sectores con afinidades ideológicas sigan un camino similar, buscando fortalecer su representación institucional.
No obstante, también hay riesgos. La unificación de colectividades con trayectorias y bases distintas puede generar tensiones internas y pugnas por el control del nuevo partido. En la práctica, el equilibrio entre la vieja guardia del comunismo colombiano y las fuerzas más modernas del progresismo urbano será un factor determinante en la estabilidad futura del proyecto.
Ayer quedó más que claro: la candidatura de @IvanCepedaCast será la más votada en Bogotá. Vi a líderes y lideresas de todos los sectores reunidos alrededor de su liderazgo. Porque cuando Iván nos une, nada nos detiene. #FirmesconIván pic.twitter.com/ADJ9iPiDyq
— Mar Pizarro 3️⃣3️⃣ (@delmarpizarro) October 23, 2025
A nivel jurídico, esta fusión inaugura una etapa donde la formalización partidaria se convierte en una herramienta de estrategia política. El CNE deberá ahora fijar criterios más claros para futuras solicitudes, especialmente ante un escenario de fragmentación ideológica creciente. La jurisprudencia que surja de este caso podría redefinir el marco electoral antes de los comicios de 2026.
Desde una perspectiva política, el paso dado por la izquierda institucionaliza su presencia y la blinda frente a disoluciones o sanciones. Sin embargo, el verdadero desafío será mantener coherencia ideológica y organizativa en un país donde la volatilidad partidaria ha sido la norma. La fusión, más que un fin, se convierte en un experimento crucial sobre la viabilidad de los proyectos de largo plazo en la política colombiana.