Cuatro personas murieron y al menos doce resultaron heridas este viernes tras una explosión en la estación ferroviaria de Ovruch, una ciudad del norte de Ucrania ubicada a unos 15 kilómetros de la frontera con Bielorrusia. El hecho ocurrió cuando un joven de 23 años detonó un artefacto explosivo mientras las autoridades revisaban su documentación en un control de rutina. Entre las víctimas hay tres mujeres, de 29, 58 y 82 años, además del propio atacante.
Las autoridades locales informaron que el agresor era oriundo de Járkov, en el noreste del país, y había sido interceptado en intentos previos de cruzar la frontera. Por el momento, los investigadores descartan que el hecho tenga relación directa con el frente de guerra, aunque no se descarta una posible conexión con redes extremistas o contrabandistas que operan en zonas limítrofes.
Ovruch pertenece al óblast de Zhytomyr, una región históricamente utilizada como corredor de transporte y comercio hacia Bielorrusia. Su estación de tren, construida durante la década de 1930, formaba parte de una línea estratégica que conectaba el centro de Ucrania con las zonas fronterizas del norte. En los últimos años, ese punto de tránsito volvió a cobrar relevancia debido al aumento del control migratorio y militar derivado del conflicto con Rusia.
El estallido provocó destrozos en la estructura principal y en varios vagones estacionados. Equipos de rescate y artificieros trabajaron durante horas en la remoción de escombros y la identificación de las víctimas, mientras se reforzaron los controles en otras terminales de la región.
Este episodio no es aislado. En julio de 2022, una explosión similar en la estación de Chaplyne, en la provincia de Dnipropetrovsk, causó 25 muertes tras el impacto de un misil contra un tren de pasajeros. También en abril de ese mismo año, el ataque en la estación de Kramatorsk, en Donetsk, dejó más de 60 fallecidos y se convirtió en uno de los hechos más graves contra civiles desde el inicio de la invasión. Aunque el suceso de Ovruch no tuvo origen militar directo, revive el recuerdo de aquellos atentados que sacudieron la red ferroviaria del país.

El transporte ferroviario en Ucrania cumple un papel esencial tanto en la movilidad de personas como en la logística humanitaria. Desde el inicio del conflicto, las líneas han sido blanco frecuente de sabotajes, accidentes y ataques que ponen a prueba los protocolos de seguridad. Expertos en infraestructura señalan que muchas estaciones regionales carecen de sistemas modernos de detección de explosivos y de personal especializado, lo que las vuelve especialmente vulnerables.
Además de los antecedentes bélicos, la zona norte del país ha sido escenario de otros episodios de violencia no vinculados directamente al conflicto, relacionados con disputas fronterizas, contrabando y presencia de grupos armados ilegales.

Tras el atentado, el Ministerio del Interior dispuso un refuerzo en todos los accesos ferroviarios del norte y centro del país, con patrullas adicionales, controles de equipaje y registro de pasajeros. El gobierno ucraniano calificó el hecho como un “acto de violencia deliberada” y prometió una investigación exhaustiva para determinar la procedencia del explosivo y las motivaciones del atacante.
El caso de Ovruch reaviva el debate sobre la seguridad en infraestructuras civiles en medio de un contexto prolongado de tensión militar. A medida que las líneas ferroviarias siguen siendo el principal medio de transporte entre ciudades y zonas rurales, el país enfrenta el desafío de garantizar protección en espacios que, aunque cotidianos, pueden transformarse en escenarios de tragedia.