27/10/2025 - Edición Nº993

Internacionales

Alerta presidencial

Intento de envenenamiento: lo que dijo Daniel Noboa sobre el caso

24/10/2025 | El presidente ecuatoriano afirmó que tres sustancias tóxicas fueron halladas en regalos recibidos durante un acto público y pidió una investigación urgente.



El presidente Daniel Noboa sacudió la escena política ecuatoriana al denunciar un intento de envenenamiento durante un evento en la provincia de Los Ríos. Según informó el propio mandatario, los productos entregados por una emprendedora local —mermeladas de tamarindo y chocolate, y una mistela de cacao— contenían tres sustancias químicas tóxicas en concentraciones incompatibles con el consumo humano. La revelación generó una oleada de reacciones institucionales y una sensación de vulnerabilidad en torno al aparato de seguridad presidencial.

El hecho habría ocurrido el 17 de octubre, cuando Noboa participaba en una actividad con agricultores. Tras ser analizados los productos, el mandatario declaró que “es imposible que haya sido un accidente”. Aunque la Fiscalía ya abrió una investigación, no se han revelado los nombres de los compuestos detectados ni los responsables potenciales, lo que alimenta el escepticismo público. La empresaria involucrada negó cualquier intención dolosa y afirmó que los productos eran caseros.

Tensión política y clima social

El incidente se produce en un contexto de alta conflictividad interna. Ecuador salió recientemente de una huelga nacional encabezada por la CONAIE, que paralizó al país por más de un mes en rechazo a la eliminación del subsidio al diésel. Las protestas dejaron muertos y decenas de heridos, y aunque el Gobierno no dio marcha atrás, el costo político fue considerable. En este ambiente crispado, la denuncia de Noboa profundiza la sensación de inseguridad y pone a prueba su capacidad para controlar la narrativa política.

El presidente, que ya había denunciado amenazas de magnicidio en meses anteriores, intenta reforzar su imagen de liderazgo bajo asedio. Su equipo de comunicación subrayó que el hallazgo de sustancias tóxicas fue verificado por peritajes, y que la cadena de custodia está bajo control judicial. Sin embargo, los vacíos de información técnica generan dudas sobre la veracidad de los hechos y sobre la eficacia de los protocolos de seguridad presidencial.

La dimensión política del caso

La denuncia podría reconfigurar el tablero político ecuatoriano. Noboa se encuentra en una etapa decisiva de su mandato, impulsando una consulta popular que busca allanar el camino hacia una Asamblea Constituyente. Presentarse como víctima de un ataque no solo humaniza su figura, sino que también le permite fortalecer su narrativa de enfrentamiento contra las “estructuras oscuras del poder”. Para sus aliados, el episodio valida su discurso sobre la necesidad de un Estado fuerte frente al caos.

Sin embargo, una parte de la oposición interpreta el caso como un movimiento calculado, orientado a recuperar apoyo en medio de una caída en los niveles de popularidad y a distraer la atención del malestar económico. La falta de detalles técnicos y la celeridad con que se comunicó el hallazgo alimentan la sospecha de que el gobierno busca capitalizar políticamente un hecho aún no comprobado.

Seguridad y gobernabilidad en riesgo

El supuesto intento de envenenamiento plantea una cuestión de fondo sobre la seguridad institucional del Estado ecuatoriano. En un país donde el crimen organizado y las tensiones sociales conviven con fragilidad institucional, la posibilidad de un ataque directo al jefe de Estado refleja un deterioro estructural de los mecanismos de protección y control. De confirmarse la veracidad de los hechos, estaríamos ante una de las amenazas más graves a la estabilidad presidencial en años recientes.

Si, en cambio, la denuncia se debilita por falta de pruebas, el costo político sería alto: la credibilidad del gobierno podría verse erosionada y la oposición ganaría terreno de cara a los debates constituyentes. En cualquier escenario, el episodio deja al descubierto que Ecuador atraviesa una etapa de incertidumbre, donde la frontera entre la amenaza real y la instrumentalización política se vuelve difusa.