El Banco de Canadá (BoC) se encamina hacia un nuevo recorte de tasas de interés el próximo 29 de octubre, según una encuesta de Reuters entre analistas del sector financiero. La mayoría anticipa un recorte de 25 puntos básicos, lo que dejaría la tasa de referencia en 2,25%, su nivel más bajo desde 2022. La decisión refleja el creciente consenso de que la economía canadiense enfrenta una desaceleración sostenida, con caída en la producción y debilidad en el consumo interno.
El gobernador Tiff Macklem ha reconocido que el banco central debe actuar con cautela, pero también con determinación para evitar un deterioro mayor. La actividad económica cayó un 1,6% en el segundo trimestre, y los indicadores adelantados sugieren que el tercer trimestre tampoco traerá un repunte significativo. Aunque la inflación se mantiene dentro del rango objetivo, las presiones sobre los hogares y las empresas se intensifican, lo que justifica una política monetaria más flexible.
Los mercados financieros ya descuentan en gran medida un nuevo recorte, con una probabilidad cercana al 70% según los contratos de futuros. El sector privado, especialmente el inmobiliario y manufacturero, presiona para una reducción que alivie los costos financieros y estimule la inversión. En el frente laboral, el desempleo se ha estabilizado en torno al 7,1%, mientras que los salarios crecen a un ritmo inferior al esperado. Esto limita la capacidad de consumo y reduce la confianza de los hogares en la recuperación económica.
La debilidad del comercio exterior también impulsa la expectativa de una respuesta monetaria. Los aranceles estadounidenses sobre productos industriales y energéticos han afectado las exportaciones canadienses, mientras que el tipo de cambio del dólar canadiense se mantiene volátil. A pesar de los intentos de coordinación con Washington, el entorno global sigue marcado por la incertidumbre comercial, lo que limita el margen de maniobra del Banco de Canadá para sostener el crecimiento sin desatar nuevas presiones inflacionarias.
El principal desafío del BoC radica en equilibrar el impulso al crecimiento con el riesgo de reactivar la inflación. Aunque la tasa podría descender al 2,25%, no se espera un ciclo prolongado de recortes. La mayoría de los economistas proyecta que el banco mantendrá este nivel hasta 2026, siempre que los precios al consumidor se mantengan bajo control. Cualquier aceleración inflacionaria obligaría a frenar el alivio monetario y revertir la tendencia.
El escenario base apunta a un crecimiento promedio del 1,2% anual en 2025 y 2026, lo que implica una recuperación lenta pero sostenida si la política monetaria logra estabilizar la demanda. En ese contexto, el recorte de octubre podría representar el último ajuste de este ciclo, cerrando una etapa de flexibilización gradual. La prioridad del BoC será evitar un aterrizaje forzoso de la economía y preservar la confianza de los inversores, en un entorno cada vez más sensible a las señales del banco central.