La decisión de Angola de presentar una oferta por la mayoría accionaria de De Beers marca un punto de inflexión en el tablero minero mundial. La empresa estatal Endiama lidera esta movida que busca no solo incrementar la participación del Estado en la explotación diamantífera, sino también reposicionar al país como un actor central en la gobernanza de los recursos naturales africanos. La operación se produce tras el anuncio de Anglo American de poner en venta a De Beers, en medio de una caída prolongada de los precios del diamante y una reestructuración global del mercado.
El interés angoleño no surge de la nada. Desde hace meses, el Gobierno del presidente João Lourenço ha impulsado una política de revalorización de los recursos minerales, intentando romper con la dependencia de las multinacionales extranjeras. Angola, uno de los principales productores de diamantes de África, busca ahora capturar mayor valor agregado en la cadena de comercialización y pulido, sectores dominados hasta ahora por capital extranjero.
La compra de una participación mayoritaria en De Beers permitiría a Angola acceder a tecnologías de exploración y comercialización de las que hoy depende. Además, la operación podría reposicionar al país frente a otros productores africanos como Botswana, que también busca aumentar su influencia sobre la compañía. La maniobra angoleña apunta a crear un bloque de poder regional que dispute a las corporaciones europeas y británicas el control del mercado de gemas naturales.
Este movimiento también tiene un fuerte componente geopolítico. Controlar parte sustancial de De Beers significaría participar directamente en la definición de precios globales y contratos de exportación, un paso que hasta ahora solo podían dar potencias o consorcios mixtos. Con el descubrimiento reciente de un nuevo campo de kimberlita en el norte de Angola, la apuesta gana un sentido estratégico: garantizar el dominio sobre la exploración futura de diamantes de alta pureza.
De concretarse, la adquisición modificaría el equilibrio histórico del poder minero africano. Botswana vería reducida su influencia, mientras que Angola se consolidaría como el nuevo epicentro del comercio de diamantes del continente. Analistas del sector estiman que esta jugada podría acelerar la nacionalización parcial de las industrias extractivas en la región, marcando el fin de una era de dominio de conglomerados internacionales. También se espera que otros países productores, como Namibia o Sudáfrica, busquen renegociar sus condiciones contractuales con De Beers o con Anglo American.
No obstante, la iniciativa conlleva riesgos importantes. Las condiciones del mercado, afectadas por la caída de los precios y la irrupción de los diamantes sintéticos, podrían erosionar la rentabilidad esperada. A eso se suma la competencia directa de Botswana, que considera a De Beers un activo estratégico y podría bloquear acuerdos multilaterales que otorguen a Angola el control mayoritario. Pese a ello, el Gobierno de Lourenço parece decidido a seguir adelante, convencido de que el control de los recursos naturales es el camino hacia la autonomía económica africana.
How Should Botswana Respond to Angola’s Invitation to SADC Diamond Producers to Buy De Beers?
— Sheila Khama (@SheilaKhama) October 1, 2025
First What is the De Beers Group (DBSA)?
An extremely successful vertically intergraded diamond company with operations in exploration, mining, sorting, distribution, luxury diamond… pic.twitter.com/smKCs8Pn70
La movida de Angola refleja un cambio de paradigma en la minería africana: los Estados buscan transformarse de exportadores de materias primas a accionistas de las cadenas globales de valor. Este enfoque se inscribe en una tendencia continental hacia la soberanía económica, reforzada por la presión social y política por redistribuir la riqueza mineral. Si logra cerrar la compra, Angola no solo ganará participación en De Beers, sino que también redefinirá el mapa geoeconómico del diamante en el siglo XXI.
En perspectiva, la probabilidad de que Angola logre concretar su adquisición mayoritaria es moderadamente alta, considerando su capacidad financiera y el momento de reestructuración de Anglo American. Sin embargo, el verdadero desafío no estará en comprar, sino en gestionar un gigante global con criterios de transparencia y sostenibilidad, en un sector donde la historia ha estado marcada por la desigualdad y la concentración del poder.