El régimen de Nicolás Maduro impidió este fin de semana que el cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Caracas y figura clave de la Iglesia católica venezolana, llegara al santuario de José Gregorio Hernández en Isnotú, estado Trujillo. Porras debía oficiar una misa en honor al beato, pero fue bloqueado por fuerzas de seguridad bajo órdenes del Ejecutivo, según denunciaron fuentes eclesiales. La medida reaviva la tensión entre el chavismo y la jerarquía religiosa, en un contexto de creciente persecución y censura moral.
El cardenal, reconocido por su papel en la defensa de los derechos humanos y la denuncia de la represión estatal, no pudo abordar el vuelo previsto hacia Trujillo, mientras cuerpos militares desplegaron un operativo que impidió el acceso de fieles al santuario. Testigos aseguran que las autoridades alegaron razones de seguridad, aunque la Conferencia Episcopal calificó la acción como un acto de intimidación política. En redes sociales, católicos y opositores compartieron mensajes de indignación, denunciando el avance del control estatal sobre los espacios religiosos.
El bloqueo contra Porras se produce pocos días después de que Maduro lo acusara públicamente de “conspirar contra la canonización de José Gregorio Hernández”, en una ofensiva discursiva que busca desacreditar a la Iglesia como voz moral del país. El mandatario ha intensificado su retórica contra el clero, al que considera parte de una “agenda extranjera”. Organizaciones de derechos humanos alertan sobre una nueva fase de represión simbólica, donde el chavismo intenta controlar la narrativa espiritual y silenciar a las instituciones que conservan credibilidad popular.
Este episodio también refleja la erosión de la libertad religiosa en Venezuela, denunciada en informes recientes de Amnistía Internacional y Human Rights Watch. Desde 2017, más de 40 sacerdotes han sido detenidos, amenazados o desplazados por expresar posturas críticas. El caso Porras se suma a una lista creciente de agresiones que, aunque no siempre violentas, buscan desarticular la influencia moral de la Iglesia sobre la opinión pública.
ALERTA a todos los venezolanos y el mundo
— María Corina Machado (@MariaCorinaYA) October 25, 2025
En las últimas horas, la represión del régimen de Maduro ha escalado, agrediendo directamente a nuestro Cardenal Baltazar Porras (@bepocar).
Lejos de intimidar con esta violencia desesperada contra la Iglesia, estas acciones sólo… pic.twitter.com/pwb5mI6in3
Maduro percibe en el cardenal Porras un contrapeso simbólico dentro del deteriorado panorama institucional. La Iglesia, una de las pocas estructuras sociales que mantiene legitimidad, ha denunciado sistemáticamente las violaciones a los derechos civiles y el colapso humanitario. En respuesta, el Gobierno ha restringido actos religiosos, censurado transmisiones y promovido una Iglesia paralela afín al chavismo. La estrategia, según los expertos, busca minar toda voz que cuestione el relato de estabilidad que el oficialismo intenta proyectar al mundo.
Mientras tanto, el Vaticano sigue con cautela la situación. Aunque no hubo pronunciamiento formal, fuentes diplomáticas confirmaron que la Santa Sede sigue con preocupación los acontecimientos y mantiene contacto permanente con la Conferencia Episcopal Venezolana. En Isnotú, miles de fieles se congregaron igual para rezar por el cardenal, desafiando el cerco militar y transformando la jornada en un acto de resistencia espiritual.