27/10/2025 - Edición Nº993

Política

Cuando el enemigo deja de ser el otro

El riesgo Milei

27/10/2025 | El problema no fue el “riesgo kuka”, sino el propio Milei. Entre el exitismo y la negación, el poder se sostiene sobre los mismos errores que dice combatir.



El que se quiera mentir, que lo haga. Pero si nos interesa que esta patria levante, conviene no hacerlo. Solo los niños pueden creer que Milei llegó inestable a estas elecciones por el “riesgo kuka”, como si el peronismo o, menos que menos, el kirchnerismo hubieran en estos dos años representado una amenaza real, una alternativa sólida y una oposición exitosa. Lo que llevó al gobierno de Javier Milei a la inestabilidad fue el propio Javier Milei y su entorno.

Hablando de éxito, este país exitista en el cual el ganador siempre tiene razón nos trae la paradoja de que el gobierno autoproclamado más anticasta de su historia festeje efusivamente la victoria en las elecciones nacionales en la que menos participaron ciudadanos argentinos desde el retorno de la democracia. Evidentemente en un país así la verdad no importa. El problema es que la realidad es la realidad y la indiferencia por la verdad se paga al costo de repetir los errores. ¿Ahora empieza una nueva Argentina? ¿Por qué no en 2023? Si nos convencemos de que Milei no pudo avanzar en reformas porque no tuvo apoyo en el congreso nos olvidamos que entre fines de 2023 y todo 2024 Milei avanzó sin ningún problema con la reforma administrativa del Estado y el ajuste más grande de la historia. Tanto mediante decretos como logrando mayorías circunstanciales en ambas cámaras. Con todos los espacios políticos recalculando en el GPS y viendo la crisis de legitimidad de todos sus líderes, Milei tuvo vía libre y, de hecho, la aprovechó.

Redujo ministerios y organismos, intervino empresas públicas, desreguló sectores completos vía DNU, recortó jubilaciones y transferencias a provincias como ningún presidente democrático se había animado antes. ¿Dónde estaba el “riesgo kuka” ahí? Nunca antes había estado tan impotente el peronismo en el Congreso. Ni que hablar del kirchnerismo. Milei perdió el timón de su gobierno por errores propios. Tenía todo allanado -política devastada, oposición sin liderazgo, elites desconcertadas- para construir una legitimidad duradera. Pero fue incapaz de consensuar. Aunque decirlo así es decirlo liviano: no tuvo capacidad de no insultar, de no bastardear, de no ningunear no solo a cualquiera que pensara distinto, sino también a quienes pensaban parecido.

El placer de la violencia lo fue alejando de toda coalición estable. Quemó puentes incluso antes de cruzarlos. Lo mismo ocurrió con su incapacidad de autocrítica y con la falta de seriedad para enfrentar los casos de corrupción internos: los defensores de la transparencia repitiendo “acá no pasó nada” como mantra.

Al mismo tiempo la fantasía de que el mercado se regula solo le impide al Gobierno tomar la iniciativa y proponer las condiciones de estabilidad, los sectores a potenciar, en otros términos le impide darse cuenta que sin un plan de desarrollo, es muchísimo más difícil atraer capitales.

Todo esto llevó a que la gente se distancie de las derivas prepotentes y poco transparentes del gobierno de Milei. Que son, justamente, las que hoy más se concentran en su poder: el triángulo de hierro Karina-Santiago Caputo-Milei.

El Gobierno promete que cambió. Promete “no fajar más”. Pero al mismo tiempo empoderó a sus monjes más oscuros. ¿Qué va a cambiar entonces? 

Mientras tanto, parte de la Argentina se quiere convencer de que el problema era el riesgo kuka y que hoy eso ya está resuelto y así quedamos otra vez al borde del engaño, otra vez frente al riesgo Milei.