El presidente Javier Milei atraviesa un momento paradójico: logró un triunfo contundente en las urnas, pero su Gobierno está fracturado puertas adentro. Las tensiones entre los principales sectores de poder de La Libertad Avanza (LLA) amenazan con erosionar la estabilidad política del oficialismo antes del recambio legislativo.
Lejos de capitalizar el resultado electoral para reordenar su Gabinete, Milei eligió la postergación. “Tengo tiempo”, repitió en una entrevista con A24, aludiendo a que los cambios llegarán recién en diciembre, cuando se configure el nuevo Congreso. La demora no es menor: mantiene en vilo a ministros, asesores y armadores territoriales que esperan señales claras sobre el rumbo del Gobierno.
El punto más caliente se concentra en la interna entre Karina Milei y Santiago Caputo, los dos polos de poder que marcaron la campaña y ahora se disputan el control del espacio. En torno a la secretaria general de la Presidencia orbitan los primos Martín y Eduardo “Lule” Menem, mientras Caputo enfrenta cuestionamientos de Guillermo Francos y Lisandro Catalán, que lo acusan de avanzar sin estructura formal ni rendición de cuentas.
La foto del domingo por la noche expuso la tensión: Karina Milei apareció por primera vez como vocera política, escoltada por Martín Menem, en una escena que fue leída como un golpe de autoridad frente al ala “Caputo”. El asesor presidencial, en tanto, mantiene su influencia comunicacional pero cada vez más aislado del núcleo político que rodea al mandatario.
En los pasillos de la Casa Rosada, las operaciones cruzadas ya son parte del paisaje. Caputo cuestiona los acuerdos provinciales cerrados por el entorno de Karina, mientras el ala política de Francos intenta sostener un delicado equilibrio para evitar una ruptura abierta. En paralelo, Milei juega su rol de árbitro, agradeciendo a todos pero sin definir posiciones concretas.
Por ahora, el Presidente elige no mover fichas. Pero la convivencia entre los distintos clanes libertarios se vuelve cada día más compleja. Detrás del festejo por el resultado electoral, en el corazón del poder libertario ya se libra otra batalla: la del control del Gobierno.