31/10/2025 - Edición Nº997

Internacionales

Neutralidad bajo la lupa

Suiza se acerca a la OTAN con pasos medidos y sin renunciar a su neutralidad

28/10/2025 | El país alpino participa cada vez más en actividades de defensa conjunta, aunque insiste en mantener su histórica independencia militar.



Durante décadas, Suiza ha sido sinónimo de neutralidad. Desde 1815, cuando el Congreso de Viena reconoció oficialmente su estatus neutral, el país ha evitado unirse a alianzas militares y mantenerse al margen de los grandes conflictos. Sin embargo, en los últimos años, la seguridad europea cambió drásticamente y Berna comenzó a revisar su relación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Aunque Suiza no es miembro de la Alianza Atlántica, participa en ejercicios militares, reuniones parlamentarias y programas de cooperación técnica. Su presencia en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, a la que asiste como observador desde 1999, refleja su estrategia de “neutralidad activa”: mantenerse fuera de los compromisos de defensa mutua, pero colaborar en la construcción de la seguridad europea.

En 2024, Suiza dio un paso más al sumarse al proyecto “European Sky Shield, una iniciativa encabezada por Alemania para crear un escudo antiaéreo común entre países europeos. También aceptó que la OTAN abra una oficina de enlace en Ginebra, reforzando los lazos diplomáticos y logísticos con la alianza.


Suiza participa en maniobras conjuntas de la OTAN sin integrarse formalmente a la alianza.

Estas decisiones generaron debate interno. Para algunos sectores, implican un riesgo para la neutralidad suiza, una de las piedras angulares de su política exterior. Otros, en cambio, consideran que adaptarse al nuevo escenario internacional es una cuestión de pragmatismo: la neutralidad, dicen, no significa aislamiento.

La participación en maniobras conjuntas y en foros de la OTAN permite a Suiza mantener interoperabilidad y acceso a información estratégica, sin quedar fuera de los mecanismos europeos de defensa. Pero, al mismo tiempo, exige una cuidadosa gestión diplomática para no parecer alineada con ningún bloque.

El gobierno suizo ha dejado claro que no planea adherir al Tratado del Atlántico Norte, lo que significaría asumir la obligación de defensa colectiva prevista en su artículo 5. “Colaboración, sí; membresía, no”, podría resumir la posición de Berna.


La Alianza Atlántica agrupa a 32 países miembros y mantiene vínculos con naciones asociadas como Suiza.

La postura suiza contrasta con la de Finlandia y Suecia, países históricamente neutrales que, tras la invasión rusa a Ucrania, optaron por ingresar plenamente en la OTAN. El caso suizo es distinto: su neutralidad está consagrada en su Constitución y respaldada por la opinión pública, aunque las nuevas amenazas geopolíticas podrían redefinir ese equilibrio en los próximos años.

Por ahora, Suiza prefiere mantener una distancia prudente, buscando participar en la seguridad europea sin perder su independencia política. Cada paso que da hacia la OTAN es medido, deliberado y con una meta clara: adaptarse a un mundo más inestable sin renunciar a su identidad neutral.