“Defraudé a mi gente”: el dolor de Gustavo Costas tras la eliminación de Racing ante Flamengo

Con la voz quebrada y el rostro marcado por la frustración, Gustavo Costas enfrentó los micrófonos tras el empate 0-0 ante Flamengo que dejó a Racing fuera de la Copa Libertadores 2025. El entrenador no esquivó la autocrítica y dejó una frase que resonó en todo Avellaneda: “Defraudé a mi gente”. La Academia no logró revertir el 0-1 de la ida y quedó a las puertas de una final continental que se le niega desde 1967.

“No tengo muchas ganas de hablar… Los chicos dejaron todo. Les agradezco lo que hicieron, lo que entregaron. Pero yo siento que les fallé”, expresó Costas en conferencia de prensa, visiblemente afectado. El DT, que volvió al club de sus amores con la ilusión de llevarlo a lo más alto, lamentó no haber podido capitalizar la superioridad numérica tras la expulsión de Gonzalo Plata en el segundo tiempo. “Tuvimos las chances, el empuje, la gente… pero no pudimos meterla. Y eso duele”, agregó.

"DEFRAUDÉ A MI GENTE." Tremendo testimonio de Gustavo Costas en conferencia de prensa.

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— SportsCenter (@SC_ESPN) October 30, 2025

El recibimiento en el Cilindro fue apoteósico, con más de 50 mil hinchas alentando sin parar, bengalas y una atmósfera de final. Racing dominó el complemento, generó 20 remates contra apenas 6 del rival y tuvo la más clara en los pies de Luciano Vietto, pero el arquero Agustín Rossi se convirtió en figura. “La gente estuvo increíble. Me duele no haberles dado la alegría que merecían”, cerró Costas, al borde de las lágrimas.

La eliminación también tuvo repercusiones fuera del campo: desde Brasil, Flamengo chicaneó al DT recordando su frase previa “Vamos a ir a Lima”, en referencia a la sede de la final. En redes, el club publicó una imagen de la estación “Lima” del subte porteño con tono irónico.

Para Racing, queda el orgullo de haber competido hasta el final y el dolor de una oportunidad histórica que se escapó por detalles. Para Costas, el desafío será reconstruir desde el golpe y volver a ilusionar a una hinchada que, pese a todo, sigue creyendo.