23/11/2025 - Edición Nº1020

Internacionales

Deportación trágica

Deportado en estado vegetativo: el caso de Randall Gamboa que conmociona

30/10/2025 | La familia de Randall Gamboa exige respuestas a las autoridades estadounidenses tras su repatriación en condiciones críticas y su posterior fallecimiento.



El caso de Randall Gamboa, un costarricense de 52 años que fue detenido por agentes de ICE y deportado en estado vegetativo, ha provocado conmoción tanto en Costa Rica como en Estados Unidos. Gamboa había ingresado a territorio estadounidense a fines de 2024 en busca de trabajo y fue detenido en Texas por cruce irregular. Según su familia, hasta junio de 2025 se comunicaba con ellos con normalidad desde el centro de detención, hasta que, de manera repentina, dejó de responder llamadas y nadie volvió a informar sobre su situación.

Meses después, su familia descubrió que Randall había sido internado en un hospital de Texas en estado vegetativo, con diagnóstico de encefalopatía y rabdomiólisis, enfermedades asociadas a un daño muscular y cerebral severo. Fue repatriado en ambulancia a Costa Rica el 3 de septiembre, donde falleció el 26 de octubre. El caso, cubierto por diversos medios internacionales, ha encendido el debate sobre las condiciones médicas y humanitarias en los centros de detención migratoria de Estados Unidos.

Responsabilidad consular y diplomática

El Ministerio de Relaciones Exteriores costarricense confirmó que el consulado en Houston siguió el caso y que se envió una nota diplomática al Departamento de Estado solicitando explicaciones. Sin embargo, los familiares de Gamboa aseguran que hubo negligencia tanto de ICE como del personal médico y que no recibieron información clara durante semanas. En palabras del expresidente Óscar Arias, el silencio de Washington constituye una forma de complicidad, y el caso ilustra el deterioro moral de las políticas migratorias en la era post-Trump.

Diversas organizaciones de derechos humanos en Costa Rica están preparando una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aunque reconocen los límites legales, dado que Estados Unidos no reconoce la jurisdicción contenciosa del tribunal. La probabilidad de que el país del norte acepte responsabilidad directa se considera baja, pero el caso podría servir como precedente simbólico para futuras acciones diplomáticas.

Derechos humanos y negligencia institucional

El caso de Gamboa ha reavivado las críticas hacia el sistema de detención migratoria estadounidense, acusado de violar protocolos de atención médica y transparencia. Según datos de organizaciones como Human Rights Watch, más de 220 personas han muerto bajo custodia de ICE en la última década, muchas por causas tratables o por falta de asistencia oportuna. La familia insiste en que Randall no presentaba ningún problema de salud previo, lo que refuerza la hipótesis de abandono o abuso institucional.

A nivel doméstico, el caso ha abierto un debate en Costa Rica sobre el rol de la diplomacia frente a abusos en el exterior y la capacidad del Estado para proteger a sus ciudadanos en contextos migratorios hostiles. El canciller Arnoldo André González afirmó que el gobierno exigirá una respuesta formal de Washington, aunque las vías legales internacionales sean limitadas.

Un precedente moral

Más allá del drama familiar, el episodio de Randall Gamboa expone un problema estructural en la política migratoria estadounidense: la despersonalización del migrante. En un sistema que prioriza la seguridad por sobre la dignidad, su historia se convierte en un espejo del sufrimiento de miles de latinoamericanos que quedan atrapados entre la burocracia y el olvido. Su muerte no solo cuestiona los protocolos de ICE, sino también la eficacia de los mecanismos consulares para garantizar derechos humanos básicos.

Con una probabilidad alta de que este caso se transforme en un referente legal y moral para Centroamérica, la figura de Randall podría inspirar reclamos más amplios contra la impunidad en los sistemas de detención. La diplomacia costarricense, hasta ahora prudente, enfrenta el desafío de equilibrar su relación histórica con Estados Unidos con la presión doméstica de exigir justicia.