En un movimiento inesperado que sacudió la agenda internacional, Donald Trump y Xi Jinping se reunieron este jueves en Busan, Corea del Sur, durante la cumbre de APEC, y acordaron una tregua parcial en la guerra comercial que había vuelto a tensar los mercados globales. Según confirmaron fuentes oficiales de ambos gobiernos, el pacto incluye la suspensión temporal de nuevos aranceles estadounidenses y un compromiso chino para reanudar compras agrícolas y relajar restricciones a exportaciones de tierras raras.
El encuentro, celebrado en un ambiente de cautela diplomática, marca la primera distensión formal entre Estados Unidos y China desde 2022. Trump calificó la reunión como “constructiva y pragmática”, mientras Xi subrayó la necesidad de “respetar las diferencias y mantener la cooperación entre grandes potencias”. El gesto fue recibido como un intento de contener la rivalidad que domina el comercio global, en un contexto donde ambos países enfrentan desaceleraciones económicas internas y presiones políticas crecientes.
Aunque no se firmó un acuerdo integral, el compromiso de Busan reabre canales de negociación que estaban congelados desde la administración de Joe Biden. Fuentes diplomáticas indicaron que Washington aceptó revisar parcialmente los aranceles sobre productos tecnológicos y agrícolas, mientras Pekín se comprometió a evitar represalias sobre empresas estadounidenses que operan en su territorio. La probabilidad estimada de que esta tregua se mantenga al menos seis meses es del 65%, según analistas de Bloomberg y Reuters.
La reunión también tuvo un componente geopolítico relevante: Xi aprovechó para insistir en que China no busca una confrontación militar ni tecnológica, aunque advirtió que la cooperación dependerá de que Estados Unidos “no politice el comercio”. En respuesta, Trump se mostró conciliador, pero reiteró que EE.UU. seguirá defendiendo sus intereses en el Indo-Pacífico. Ambos coincidieron en mantener un canal directo de comunicación entre sus ministros de Economía y Defensa, una medida que había sido suspendida durante años.
Los mercados reaccionaron de forma positiva: las bolsas de Hong Kong y Tokio subieron más del 2%, y el precio del cobre y los semiconductores registró un repunte inmediato. El Fondo Monetario Internacional celebró el anuncio como “una señal alentadora de estabilidad global”, aunque advirtió que los problemas estructurales de la relación -propiedad intelectual, subsidios y control de datos- siguen sin resolverse.
En Washington, la oposición demócrata pidió cautela y recordó que acuerdos similares en el pasado se diluyeron por falta de mecanismos de cumplimiento. En Pekín, los medios estatales presentaron la cumbre como una victoria diplomática para Xi, destacando su rol como “promotor del equilibrio global”. Sin embargo, fuentes cercanas al Ministerio de Comercio admiten que China necesita alivio económico inmediato, especialmente tras la desaceleración del sector inmobiliario.
"I had a truly great meeting with President Xi of China. There is enormous respect between our two Countries, and that will only be enhanced with what just took place..." - President Donald J. Trump pic.twitter.com/6wtEeVbiWp
— The White House (@WhiteHouse) October 30, 2025
El escenario asiático también observó la cumbre con atención. Corea del Sur y Japón celebraron el gesto, interpretándolo como un paso hacia una mayor estabilidad en el Indo-Pacífico. Para América Latina, especialmente países exportadores como Brasil, Chile y Perú, el alivio comercial podría traducirse en mejoras en la demanda de materias primas. Analistas del BID estiman que, si la tregua se sostiene, el comercio mundial podría crecer un 0,3% adicional en 2026.
A 24 horas del encuentro, la cumbre de Busan confirma un cambio de tono: ni confrontación abierta ni amistad inmediata, sino una tregua táctica entre las dos mayores economías del planeta. Trump la definió como “un paso hacia el equilibrio”; Xi la llamó “una pausa necesaria para el desarrollo”. En la práctica, el mundo respira un poco más tranquilo, aunque todos saben que esta paz económica pende aún de un hilo diplomático.