La decisión del rey Carlos III de destituir a su hermano Andrés del título de Príncipe y desalojarlo de su residencia en el Royal Lodge de Windsor provocó un terremoto en la monarquía británica. La prensa local lo describió como un acto de justicia y una limpieza largamente esperada dentro de la Casa de Windsor.
El ex duque de York, de 65 años, fue despojado de su tratamiento real y de su vivienda oficial tras meses de tensiones con el Palacio de Buckingham. Su caída definitiva llega después de años de escándalos vinculados a su relación con el financista Jeffrey Epstein, cuya sombra persiguió a la familia real desde 2019. Los tabloides británicos no escatimaron en titulares: “¡ANDREW DESALOJADO!”, publicó The Sun; “El exilio final del duque caído”, tituló Daily Mail; y “Sin títulos. Sin Windsor. Sin esperanza”, resumió Metro.

Detrás de esta medida se perfila una nueva dinámica dentro de la familia real, impulsada por el príncipe Guillermo. El heredero al trono habría presionado a su padre para acelerar la decisión y poner fin a lo que considera una “mancha” en la imagen de la institución. Cercanos al Palacio aseguran que el príncipe de Gales busca consolidar una monarquía más moderna, con menos miembros activos y una estructura enfocada en la transparencia pública.
Esa visión reformista también habría generado tensiones con sus primas, Beatriz y Eugenia de York, hijas de Andrés. En los últimos meses circularon versiones sobre conversaciones incómodas en las que Guillermo habría exigido que intercedieran para convencer a su padre de abandonar la residencia real. Aunque el Palacio negó oficialmente esas afirmaciones, el mensaje político quedó claro: la era del silencio y los privilegios sin control parece haber terminado.

Los medios más tradicionales, como The Times y The Guardian, coincidieron en que la medida busca salvar la imagen de la monarquía frente a una opinión pública cada vez más crítica. Para algunos analistas, el despojo de títulos a Andrés simboliza el intento de Carlos III y su heredero de marcar distancia con los excesos del pasado y preparar el terreno para un reinado más austero y alineado con las exigencias del siglo XXI.
En términos institucionales, el hermano del rey dejará de utilizar el título de “Su Alteza Real” y no recibirá más fondos del presupuesto de la Casa Real. Se espera que abandone el Royal Lodge en los próximos meses y que se traslade a una residencia privada fuera del complejo de Windsor.

Mientras tanto, Beatriz y Eugenia conservarán sus títulos de princesa, aunque su papel dentro de la familia real sigue siendo incierto. Con esta decisión, Carlos III y el príncipe Guillermo parecen decididos a trazar una línea divisoria entre el pasado y el futuro de la monarquía británica.