El paso del huracán Melissa por el Caribe ha dejado una estela de destrucción y alarma regional. Con vientos de hasta 185 millas por hora (298 km/h), el ciclón impactó directamente sobre Jamaica, convirtiéndose en el más potente registrado en su historia reciente. Viviendas destruidas, cortes de energía y un colapso generalizado de la red de transporte marcan el panorama en la isla, donde las autoridades confirmaron más de 30 fallecidos y miles de desplazados. La magnitud del desastre ha rebasado la capacidad de respuesta local.
En Haití, el impacto indirecto del sistema resultó igualmente devastador. Lluvias torrenciales y deslaves afectaron amplias zonas rurales, dejando al menos 25 muertos y decenas de desaparecidos. Las organizaciones humanitarias alertan sobre el riesgo de brotes de enfermedades en las áreas más afectadas, donde el acceso a agua potable y refugio sigue siendo limitado. En Cuba, unas 735.000 personas fueron evacuadas preventivamente, evitando mayores pérdidas humanas pero con severos daños en la infraestructura costera.
La respuesta regional ha sido inmediata, aunque insuficiente frente a la magnitud del fenómeno. En Las Bahamas, unas 1.500 personas fueron evacuadas por aire ante el avance del huracán, mientras que en Bermuda, el gobierno decretó el cierre total de escuelas, aeropuertos y el sistema de transporte marítimo. Las primeras estimaciones de la consultora AccuWeather calculan pérdidas cercanas a los 22.000 millones de dólares, una cifra que podría duplicarse cuando se contabilicen los daños en infraestructura turística y energética. La reconstrucción podría extenderse por más de una década.
El Centro Nacional de Huracanes (NHC) confirmó que Melissa se degradó a categoría 2 mientras avanza hacia el Atlántico norte, aunque sigue siendo una amenaza significativa para la navegación y las costas de Bermuda. Meteorólogos advierten que los cambios abruptos de dirección podrían generar marejadas y lluvias intensas incluso en el este de Estados Unidos y el Canadá Atlántico en los próximos días.
🇨🇺 | En medio de las inundaciones por el huracán Melissa, un hombre en Cuba improvisó una balsa para rescatar a su perro. pic.twitter.com/6A0pJ0jUiR
— Informa Cosmos (@InformaCosmos) October 31, 2025
Científicos de la región coinciden en que el caso de Melissa refleja una tendencia creciente: huracanes más violentos, rápidos e impredecibles. Las aguas del Caribe registraron temperaturas superiores a los 30 °C durante octubre, condiciones que facilitan la intensificación explosiva de estos sistemas. Expertos del Instituto de Meteorología del Caribe sostienen que la probabilidad de huracanes de categoría 5 en la región podría haberse triplicado en las últimas dos décadas, impulsada por el calentamiento global y los cambios en los patrones de viento.
La catástrofe ha reavivado el debate sobre la responsabilidad climática de los países industrializados. Los líderes del Caribe han reiterado su llamado a que las potencias contribuyan al financiamiento de la adaptación climática. Según proyecciones del Banco Mundial, los costos de mitigación podrían representar hasta el 10% del PIB regional anual si no se adoptan medidas urgentes. Para muchos analistas, el paso de Melissa marca un punto de inflexión: el cambio climático ha dejado de ser una amenaza futura para convertirse en una realidad que erosiona la economía y la estabilidad social del Caribe.