La expareja de Karla Robles, la joven tucumana que se quitó la vida el 24 de octubre tras reiteradas situaciones de hostigamiento, fue detenida en el marco de la investigación que lleva adelante la Unidad Especializada de Homicidios I del Ministerio Público Fiscal de Tucumán. Se trata de Ricardo Zerda, quien fue aprehendido en el Hospital Obarrio acusado de instigar la drástica decisión de la mujer.
Robles, de 27 años, había manifestado públicamente el tormento que vivía. Minutos antes de morir, realizó una transmisión en vivo a través de TikTok donde afirmó: “Prefiero matarme antes que él me mate a mí”. Horas más tarde, fue hallada sin vida.
Los investigadores confirmaron que, además de la detención, continúan las medidas procesales y el análisis de los teléfonos celulares secuestrados, así como el monitoreo de redes sociales para determinar la responsabilidad del acusado en la secuencia previa a la muerte de Karla.

Un elemento clave que surgió en la causa es que la joven había presentado al menos seis denuncias previas por violencia de género contra Zerda. Según la familia, todas fueron archivadas por el fiscal Augusto Zapata sin que se adoptaran medidas de protección ni restricciones de contacto.
“Si él hubiese detenido a ese tipo la primera vez que mi hija denunció, ella hoy estaría viva. Pero el fiscal Zapata archivaba todo. Él nunca estuvo detenido”, lamentó Mirta Jiménez, madre de Karla, en declaraciones a medios locales durante una marcha realizada para pedir justicia.
El caso generó una fuerte conmoción en Tucumán, no solo por la violencia previa denunciada por la víctima sino también por la transmisión en redes sociales que anticipó su decisión y por el reclamo de familiares y organizaciones feministas que exigen respuestas judiciales, investigación administrativa sobre el accionar del Ministerio Público y políticas efectivas para prevenir femicidios y suicidios vinculados a situaciones de violencia de género.
La causa sigue en manos del MPF tucumano, que busca determinar si el acusado ejerció violencia psicológica, amenazas y hostigamiento que derivaron en el desenlace fatal. En paralelo, familiares y organizaciones mantienen movilizaciones para reclamar que la muerte de Karla no quede impune.