02/11/2025 - Edición Nº999

Internacionales

Violencia estatal

La masacre de Río de Janeiro: ¿respuesta necesaria o violencia desmedida?

01/11/2025 | El operativo con más de 130 muertos en Brasil divide a la región entre la represión directa y las estrategias integrales contra el crimen organizado.



La reciente matanza policial en Río de Janeiro, que dejó al menos 121 muertos, ha sacudido a Brasil y vuelto a colocar en el centro del debate continental la forma en que los Estados enfrentan al crimen organizado. Lo que el gobierno regional presentó como un éxito en la lucha contra el narcotráfico fue, para organismos de derechos humanos, una operación desmedida. Sin embargo, para buena parte de la ciudadanía, la acción representó una respuesta necesaria frente a años de impunidad y dominio de las bandas en las favelas.

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva propuso una comisión nacional para revisar los protocolos de actuación, mientras el gobernador Cláudio Castro defendió la operación como una “guerra contra el narcotráfico internacional”. El contraste entre ambos discursos refleja una tensión más profunda: la de un país que exige resultados concretos. Con más de 40.000 homicidios anuales, Brasil no puede permitirse la inacción frente a un crimen que somete a comunidades enteras bajo su ley.

Estrategias en disputa

El caso de Río no es aislado. Desde El Salvador hasta México, la región debate entre la tolerancia y la firmeza estatal. Experiencias recientes, como la de Nayib Bukele, han demostrado que una presencia policial extendida y disciplinadapuede recuperar territorios perdidos al crimen. En Brasil, estudios muestran que cuando el Estado mantiene el control armado del territorio y combina represión con inteligencia, los homicidios se reducen de forma sostenida.

América Latina concentra el 33% de los homicidios del mundo con apenas el 8% de la población global. Las redes criminales se han fortalecido gracias a la debilidad institucional y la corrupción local. En ese contexto, el uso legítimo de la fuerza —aunque polémico— aparece como una herramienta indispensable para restaurar el orden. La seguridad, insisten algunos analistas, es el primer paso para reconstruir el tejido social.

Un espejo regional

La masacre de Río ha generado reacciones en toda la región. Gobiernos como los de Argentina y Paraguay reforzaron sus fronteras, mientras en Colombia y Perú crece la presión para replicar medidas más duras. El modelo salvadoreño de encarcelamiento masivo se observa con atención: sus resultados en reducción del crimen son innegables, aunque su aplicación requiera controles democráticos. En Brasil, la división de opiniones refleja una sociedad que, cansada del miedo, empieza a valorar la autoridad como forma de protección.

La tragedia de Río deja una lección incómoda pero clara: sin orden no hay paz posible. Las favelas, atrapadas entre la criminalidad y el abandono estatal, necesitan tanto represión como inclusión. Las políticas sociales deben acompañar la fuerza, no reemplazarla. En última instancia, un Estado que no impone su autoridad pierde legitimidad ante los violentos. Si algo enseña Río, es que la seguridad no se construye solo con discursos, sino con decisiones firmes.