El gesto del gobierno de España de reconocer el dolor causado a los pueblos originarios de México ha abierto una nueva etapa en la relación bilateral. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, admitió que durante la Conquista hubo “injusticia y sufrimiento”, en un mensaje que fue recibido con beneplácito por la presidenta Claudia Sheinbaum, quien consideró el reconocimiento un “primer paso” hacia una memoria compartida entre ambos países.
El pronunciamiento se produjo durante la inauguración de la exposición La mitad del mundo. La mujer en el México indígena, celebrada en Madrid, donde se exhiben más de 400 piezas de arte y tradición ancestral. Sheinbaum celebró el gesto diplomático y subrayó que reconocer los agravios históricos “engrandece a los pueblos”, marcando una diferencia de tono respecto a las tensiones heredadas del sexenio anterior.
La declaración de Albares pone fin a años de frialdad diplomática entre Madrid y Ciudad de México. En 2019, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador había solicitado una disculpa formal por los abusos de la Conquista, generando un distanciamiento que se prolongó durante varios años. El reconocimiento actual no equivale a una disculpa, pero sí supone un avance simbólico con potencial de fortalecer los lazos culturales y políticos entre ambas naciones.
La reacción en México fue mayoritariamente positiva, especialmente entre colectivos indígenas y organizaciones culturales. Algunos sectores, sin embargo, consideraron que el gesto llega tarde y sin medidas concretas. Sheinbaum defendió la importancia de iniciar un diálogo sincero, que permita transformar el reconocimiento en políticas de cooperación y preservación de las culturas originarias.
🔴 Sheinbaum celebra que 'por primera vez' España lamente la violencia de la conquista https://t.co/X0b7GL3cWy pic.twitter.com/9OMbu75qd8
— Aristegui Noticias (@AristeguiOnline) October 31, 2025
El episodio abre una oportunidad para redefinir la agenda bilateral bajo una narrativa de respeto y corresponsabilidad histórica. Los analistas señalan que México podría liderar un nuevo enfoque regional sobre la memoria colonial, alentando a otros países latinoamericanos a promover reconocimientos similares. Para España, este paso representa también una forma de reconstruir su imagen en América Latina, buscando equilibrio entre su pasado imperial y su papel como socio contemporáneo.
El futuro de esta aproximación dependerá de si las partes logran convertir el simbolismo en acción diplomática sostenida. Iniciativas conjuntas de educación, restitución patrimonial o cooperación cultural podrían ser el siguiente paso. Mientras tanto, el gesto de Madrid marca un punto de inflexión en la narrativa entre ambos países: una historia que, por primera vez en siglos, se escribe con matices de reconocimiento mutuo.