Tras la dura carta en la que Cristina Fernández de Kirchner cuestionó el desdoblamiento electoral y responsabilizó a Axel Kicillof por la derrota legislativa, el gobernador bonaerense reunió a su mesa política y pidió mantener la calma. En esa cumbre, el mandatario bajó una línea clara: no responder y concentrarse en la gestión.
El mensaje fue transmitido públicamente por el ministro de Gobierno, Carlos Bianco, quien afirmó en declaraciones a A24 que “el gobernador les pidió a todos los intendentes y ministros que no nos enredemos en ninguna discusión interna”. Acto seguido, marcó el nuevo eje del discurso oficial: “Acá tenemos un solo adversario, que es el presidente de la Nación y sus políticas. Y ahora se asumió uno más potente: Donald Trump y su influencia sobre el hemisferio”.
Con ese planteo, el kicillofismo busca correrse de la pelea con La Cámpora y el kirchnerismo duro, que no tardaron en disparar contra el gobernador tras la publicación de la expresidenta. La intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, fue una de las primeras en sumarse al reproche al afirmar en redes que “Cristina tenía razón”.
Bianco, en tanto, sostuvo que sería “un grosero error” construir una fuerza política “sobre la base de pegarle codazos a quienes tenemos al lado”. El funcionario remarcó que el objetivo de Kicillof no es formar una corriente interna en oposición a nadie, sino fortalecer al peronismo bonaerense con identidad propia.
El mensaje del Gobierno provincial, sin embargo, también puede leerse como una advertencia: Kicillof no está dispuesto a entregar el control de su armado político ni a quedar subordinado a las tensiones del kirchnerismo clásico. En un escenario nacional de fragmentación y bajo la sombra de Washington, el gobernador pretende consolidar su espacio sin romper el tablero, pero marcando territorio.