06/11/2025 - Edición Nº1003

Internacionales

Legado complejo

Dick Cheney: el hombre que marcó la política estadounidense se ha ido

05/11/2025 | El fallecimiento del exvicepresidente reabre el debate sobre su papel en la guerra de Irak y la expansión del poder presidencial tras el 11-S.



El exvicepresidente Dick Cheney, fallecido a los 84 años, deja tras de sí una huella indeleble en la historia política estadounidense. Figura clave durante la administración de George W. Bush, su influencia moldeó las políticas de defensa y seguridad nacional de las primeras dos décadas del siglo XXI. A menudo descrito como el hombre más poderoso que nunca fue presidente, Cheney supo ejercer el poder desde las sombras, definiendo estrategias que marcaron la política exterior de Washington durante años.

Su muerte, confirmada por Punchbowl News y posteriormente por Reuters, llega en un momento de revisión histórica sobre la llamada “Guerra contra el Terror”. En aquel contexto, Cheney defendió la expansión de los poderes ejecutivos, los interrogatorios coercitivos y la intervención preventiva como mecanismos para garantizar la seguridad nacional. Su legado combina eficiencia política y controversia moral, en una proporción que sigue dividiendo a Estados Unidos.

El arquitecto del poder post-11S

Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, Cheney se convirtió en el verdadero estratega del gobierno. Fue quien coordinó las operaciones de defensa desde el búnker de la Casa Blanca y quien impulsó la invasón de Irak en 2003, justificándola en la supuesta existencia de armas de destrucción masiva. Aunque esas pruebas nunca se confirmaron, el exvicepresidente logró consolidar una doctrina intervencionista que reconfiguró la relación entre seguridad y libertad en la era moderna.

Previo a su rol en el gobierno de Bush, Cheney ya había desempeñado cargos de alto perfil, como secretario de Defensa bajo George H. W. Bush y director ejecutivo de Halliburton, una de las mayores contratistas petroleras del mundo. Su paso por el sector privado generó sospechas de conflictos de interés, dado que Halliburton se benefició de contratos millonarios durante la ocupación de Irak, un episodio que marcó su reputación y alimentó las críticas sobre el entramado entre negocios y guerra.

El peso de una herencia política

En el plano doméstico, Cheney transformó la naturaleza del cargo vicepresidencial, pasando de un rol ceremonial a un espacio de influencia real dentro del Ejecutivo. Su estilo pragmático y reservado lo convirtió en un referente para quienes veían en la discreción una forma superior de poder. Su hija Liz Cheney, también figura política destacada, encarna parte de ese legado: defensa institucional, pero también confrontación con el ala populista del Partido Republicano.

Para sus partidarios, Cheney fue un defensor inquebrantable de la seguridad nacional; para sus detractores, el arquitecto de una era de abuso de poder. Su influencia persiste en las doctrinas de seguridad y vigilancia que sobreviven al paso de los gobiernos. El debate sobre si sus decisiones fortalecieron o debilitaron la democracia estadounidense continúa abierto.

Ecos de una figura decisiva

El fallecimiento de Cheney no solo marca el cierre de una vida política intensa, sino también el fin de una forma de ejercer el poder en Washington. Su figura resume la tensión entre la eficacia estatal y el control ciudadano, entre la protección y la extralimitación. Con su partida, Estados Unidos pierde a uno de sus estrategas más influyentes, pero también enfrenta la tarea de reevaluar los límites del poder presidencial que él ayudó a expandir.

En una lectura histórica, es probable que su legado sea reivindicado como una defensa efectiva frente al caos del siglo XXI, y un 40% de probabilidad de que sea recordado como el origen de los excesos que degradaron la confianza en las instituciones democráticas.