06/11/2025 - Edición Nº1003

Cultura


Se viene "300: Una ciudad bajo el agua"

Guillermo Ale transforma la tragedia de La Plata en una lección de memoria colectiva

05/11/2025 | Actor, director y docente, nos hace un repaso de su vida y presenta la obra “300: Una ciudad bajo el agua”, inspirada en la trágica inundación de La Plata.



El actor y director Guillermo Ale visitó a El Living de NewsDigitales para compartir su pasión por el teatro, su vínculo con la docencia y la historia detrás de '300: Una ciudad bajo el agua', una obra que mezcla testimonio, poesía y memoria colectiva.

Con 32 actores en escena, testimonios reales y un enfoque poético, Ale busca recuperar las voces silenciadas de esa tragedia y abrir un espacio de diálogo sobre la memoria, la culpa y la esperanza.

“Es un espectáculo donde la gente se sienta, se conmueve y puede verse reflejada. Una parte de su historia, narrada desde el arte”, explicó acerca de este relato coral sobre la inundación que marcó a fuego a los platenses en 2013.

De Aracataca a La Plata

Su vocación no nació en un escenario, sino en un viaje. “Fue en Aracataca, la ciudad donde Gabriel García Márquez inspiró Cien años de soledad. Ahí entendí la importancia de la narrativa oral, de las pausas, los silencios, las metáforas”, recuerda Ale.

De regreso en La Plata, descubrió que esa necesidad de contar y conmover encontraba en el teatro su lugar natural. “El teatro tiene una fuerza única: una buena obra te atraviesa y te queda grabada. No se olvida, porque trabaja sobre lo más profundo de las emociones”, explica Ale.

“300”: una ciudad que vuelve a hablar

Su nueva obra aborda la histórica inundación de La Plata de 2013 desde una mirada humana y testimonial. Con 32 actores en escena y material documental, 300 invita al espectador a reflexionar sobre la memoria colectiva y las heridas que aún persisten.

Pero para Guillermo Ale, 300 también representa un punto de importante en su carrera: una síntesis entre la investigación histórica, la docencia y la necesidad de que el arte dialogue con lo social. Después de haber explorado en trabajos anteriores la inmigración y los orígenes de la ciudad, el actor y director vuelve a poner a La Plata en el centro de su narrativa, esta vez para interpelar su presente.

La Plata nació de una competencia política con Buenos Aires: una ciudad planificada al detalle, levantada en tiempo récord, que quiso ser símbolo de modernidad y terminó convertida en espejo de sus propias contradicciones. Esa tensión entre la ciudad capital y la ciudad en disputa sigue viva, y 300 busca hablar de eso también”, explica Ale.

“Es una obra coral, que parte del dolor, pero también del deseo de reconstrucción. La víctima deja de ser víctima cuando se la deja de nombrar. Esta obra intenta volver a poner en foco esas historias, para que no se borren, pero sin buscar reabrir el dolor”, agrega.

El director reconoce que detrás del desastre natural hubo también factores humanos y políticos: “Las tragedias revelan lo mejor y lo peor de nosotros. Miserias y grandezas. Una ciudad bajo el agua también muestra una sociedad que necesita mirarse”.

Teatro, docencia y verdad

Para Ale, el teatro es una escuela de sensibilidad y experiencia.No hay edad para hacer teatro. La verdad está en la mirada, en las pausas, en la experiencia. Un actor no se define por la irreverencia sino por su capacidad de observar”.

Desde su rol como docente, promueve esa búsqueda interior: “El escenario es exposición. Hay que tener cuero duro, pero también honestidad emocional. Si el actor es libre y sincero, el espectador lo siente”.

Con una mirada orgullosa, Ale destaca la vitalidad de la escena local. Argentina tiene una actividad teatral inmensa. En otros países los cines están llenos; acá los teatros lo están. La gente de otros países compra pasajes para venir quince días a ver teatro. Eso no pasa en otro lugar”.

Y concluye: “Después de la pandemia, el teatro volvió a ser el espacio donde la gente busca lo esencial: encontrarse, emocionarse, reconocerse”. En tiempos donde la velocidad domina todo, su mensaje suena como un recordatorio necesario: el arte no solo entretiene, también nos devuelve la capacidad de sentir y de mirarnos como sociedad.