El internet satelital de Starlink, la compañía de Elon Musk, ya aparece como activo en las Islas Malvinas. La confirmación llega tras la aprobación de una licencia oficial del gobierno local, que autoriza su funcionamiento comercial en uno de los territorios más aislados —y disputados— del planeta.
El Falkland Islands Government (FIG) otorgó una licencia VSAT que permite a los habitantes contratar el servicio, hasta ahora monopolizado por Sure South Atlantic, la empresa que durante décadas concentró las telecomunicaciones del archipiélago. Con esta medida, se abre la competencia y se busca abaratar el acceso a internet en una región donde un plan doméstico básico podía costar más de £400 mensuales.
El acuerdo entre FIG y Sure redujo de manera drástica el costo de las licencias personales —de más de £5 000 anuales a unas £180—, facilitando el ingreso de nuevos actores como Starlink. En el mapa global de la compañía, la cobertura sobre las islas ya figura “disponible” desde noviembre de 2025.
El servicio utiliza una constelación de más de 6 000 satélites en órbita baja, que brindan internet de baja latencia y alta velocidad incluso en zonas donde no llega la fibra óptica. En la práctica, los usuarios pueden alcanzar velocidades de entre 100 y 250 Mb/s, con una latencia cercana a 25 milisegundos: una mejora notable frente a los sistemas tradicionales por microondas que conectaban las islas con el Reino Unido.
Starlink ya opera en toda Sudamérica y en regiones extremas como la Antártida, por lo que su desembarco en el Atlántico Sur encaja en la estrategia global de Musk de conectar lugares remotos y estratégicos.

Aunque se presenta como un avance tecnológico, la noticia tiene lecturas políticas inevitables. Las Islas Malvinas siguen siendo un territorio en disputa entre la Argentina y el Reino Unido, y la expansión de infraestructura administrada desde Londres o empresas extranjeras alimenta el debate sobre soberanía digital.
Fuentes consultadas en medios locales señalaron que el gobierno británico mantiene control sobre el espectro radioeléctrico y las licencias satelitales en las islas, por lo que cada autorización comercial tiene un componente diplomático.
Analistas argentinos advierten que la llegada de Starlink refuerza la autonomía tecnológica británica en el Atlántico Sur, mientras que otros la ven como una oportunidad para mejorar la conectividad regional y fomentar vínculos de intercambio científico o logístico.
La compañía aún no publicó sus precios locales ni los plazos para la instalación masiva. Sin embargo, el entusiasmo crece: las autoridades prevén que los primeros equipos comiencen a operar antes de fin de año. Para los isleños, podría ser la primera vez que disfruten de una conexión comparable a la del resto del mundo.
Con su llegada a las Islas Malvinas, Starlink no solo lleva internet de alta velocidad, sino que también instala un nuevo debate sobre quién controla el acceso a la información en uno de los puntos más sensibles del mapa global.