A pesar de las amenazas y operaciones cruzadas, en Fuerza Patria hay una certeza: nadie tiene futuro si la alianza se rompe. Axel Kicillof, Máximo Kirchner y Sergio Massa están atados a una convivencia incómoda, pero inevitable. La mayoría de los intendentes bonaerenses reclama que las diferencias se diriman en una PASO, y que el PJ provincial vuelva a manos de Gustavo Menéndez y Fernando Gray, quienes exhibieron mejores números en octubre que en septiembre.
El gobernador enfrenta un doble cepo. Romper con Cristina Fernández de Kirchner sería un suicidio político que fracturaría el voto duro del kirchnerismo, pero seguir anclado a ese pasado lo aleja de la renovación que pide su propio electorado. La derrota por apenas 30 mil votos frente a La Libertad Avanza dejó una lección: sin unidad, el peronismo bonaerense es inviable.
La pelea inmediata es por el Presupuesto y el Endeudamiento 2026. Desde La Plata, Kicillof presiona a La Cámpora para que acompañe los proyectos, mientras “los primos”, como los llaman sus funcionarios, amenazan con bloquearlos. “Si no acompañan, la ruptura será inevitable”, aseguran en la Gobernación. Los intendentes buscan una porción mayor del empréstito -12% frente al 9% que ofrece el Ejecutivo- y presionan para tener voz propia en la negociación.
La relación entre Kicillof y Máximo Kirchner lleva años de desgaste. Desde 2019, cuando el gobernador sintió que la victoria fue suya y no de La Cámpora, el vínculo se volvió un duelo permanente de egos. La ruptura se volvió pública cuando Kicillof pidió “nuevas canciones” para el peronismo, y los camporistas le recordaron que sus “hits” siguen siendo los de Perón y Evita.
El fantasma de Cristina Kirchner sigue gravitando. Aunque esté inhabilitada y con prisión domiciliaria, conserva un magnetismo que ni Kicillof ni Máximo logran igualar. Sus seguidores juran que con ella en la boleta habrían ganado el 26 de octubre, aunque los consultores coinciden en lo contrario: Milei triunfó por rechazo al kirchnerismo, no por mérito propio.
Mientras tanto, el gobernador insiste en sostener viejas banderas. Este miércoles, en Mar del Plata, recordará la contracumbre del NO al ALCA, junto a Hugo Chávez y Néstor Kirchner. Pero repetir consignas del pasado difícilmente le sirva para conquistar el futuro. Kicillof necesitará más que un eslogan para ordenar un peronismo que hoy, más que movimiento, parece una cárcel donde todos deben convivir apretados para no desaparecer.