11/11/2025 - Edición Nº1008

Sociedad


Radiografía del sector

Fabián Pons, de OVILAM: “La seguridad vial no es prioridad política en la Argentina”

06/11/2025 | El especialista en tránsito y presidente del Observatorio Vial Latinoamericano (OVILAM) advierte que la falta de voluntad política, el desinterés de los municipios y la ausencia de controles efectivos mantienen a la Argentina en un estado de anarquía vial. “Hay impunidad, desidia y una crisis cultural de respeto al otro”, asegura.



La seguridad vial en la Argentina sigue siendo una deuda pendiente. Así lo afirma Fabián Pons, presidente del Observatorio Vial Latinoamericano (OVILAM), quien lleva más de tres décadas analizando el tránsito y sus consecuencias. Durente su visita a El Living de NewsDigitales, el especialista aseguró: “Es un tema complicado y no se le presta la atención que merece. Falta decisión política para cambiar las cosas”. 

Según Pons, la raíz del problema está en la estructura federal del tránsito argentino, donde cada municipio tiene potestad sobre la emisión de licencias y el control vial.El tránsito está totalmente fragmentado. Las provincias nunca cedieron poder a la Nación, y los municipios se convirtieron en la máxima autoridad. En este esquema, es casi imposible consensuar políticas comunes”, explicó.

Esa fragmentación también tiene un componente económico. “Nadie quiere soltar ese poder porque implica recaudación. Hay intendentes que prefieren mirar para otro lado antes que asumir responsabilidades. Te dicen que si se ponen estrictos con los controles, van a aflorar otros problemas, como la falta de transporte público. Entonces es más fácil tolerar una muerte al mes que enfrentar un conflicto político”, denuncó. 

Para el titular de OVILAM, la seguridad vial debería ser una política de Estado, pero no hay un Estado que asuma ese rol. “El (Gobierno) nacional se quiere involucrar, las provincias se lo impiden, y los municipios hacen lo mismo. Así se termina en absurdos como Córdoba, que no adhiere a una ley nacional para usar luces diurnas porque prefiere mantener la posibilidad de multar por olvido de las luces bajas”, ejemplificó.

A este escenario se suma el mal estado de las rutas, tanto nacionales como provinciales, y la falta de control sobre el transporte de cargas. “Los camiones circulan con exceso de peso, destruyen las rutas y nadie los detiene. Hay estaciones de pesaje donde los choferes directamente no paran, y las autoridades dicen ‘yo no estoy para eso’. Es una cadena de omisiones”, lamentó Pons.

La falta de educación vial es otro eslabón débil. Aunque existe una ley que establece su enseñanza en todos los niveles, rara vez se cumple. “No hay educación vial coherente ni control en la formación de los conductores. Obtener una licencia es un trámite burocrático. Las sanciones son débiles y hay una sensación de impunidad enorme”, aseguó.

Esa impunidad se traduce en conductas peligrosas cotidianas. Pons cita un estudio de Ovilam sobre la avenida General Paz: “El 11,4% de los vehículos circula por la banquina en hora pico. Lo publicamos, lo llevamos al Gobierno de la Ciudad, nos dieron las gracias y no se hizo nada. Hay accidentes todos los días, pero nadie controla”.

Para el especialista, la anarquía vial argentina es también un problema cultural. “Perdimos el respeto al prójimo. Las leyes de tránsito son, en el fondo, normas de convivencia. Si no respeto al otro y además sé que no pasa nada, ¿por qué voy a respetar las normas?”, planteó, sin vueltas.

Los números reflejan la magnitud del problema: los siniestros viales cuestan entre 1,7% y 1,8% del PBI argentino por año. Solo en la Ciudad de Buenos Aires, el SAME atiende más de cien accidentes por día. “Si solo educáramos y controláramos las prioridades de paso en las esquinas, podríamos reducir un 35% los siniestros urbanos”, estimó.

Pons critica además el uso recaudatorio de los controles electrónicos, que reemplazaron a los agentes de tránsito en la vía pública. “Las cámaras se instalan donde más multas pueden generar, no donde hay más accidentes. Se perdió el control dinámico, el agente que circulaba y observaba las infracciones. Hoy la gente siente que puede hacer cualquier cosa mientras no haya una cámara”, señala.

Sobre la reciente ley de alcoholemia cero, el presidente de Ovilam es tajante: “Es una utopía mal implementada. No se puede legislar contra la física. Los alcoholímetros tienen un margen de error, y sin controles, educación ni sanciones, la ley sola no sirve. El problema no es la idea, sino la falta de trabajo técnico y coherencia”.

Con la contundencia de quien lleva 30 años estudiando la realidad del tránsito argentino, Fabián Pons resumió: “Tenemos leyes, pero no control; tenemos normas, pero no educación; y tenemos víctimas todos los días. La seguridad vial no se soluciona con parches, sino con voluntad política y un cambio cultural profundo”.

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