Diego Guelar, abogado y exembajador, fue entrevistado por el periodista Chiche Gelblung en El Living de NewsDigitales. Guelar, exembajador en Estados Unidos, China, Brasil y la Unión Europea, analizó la actualidad regional con una lectura que mezcla diplomacia, geopolítica y advertencias sobre el narcotráfico. Desde ese lugar, vinculó la última elección argentina con la decisión de Washington de evitar el default y advirtió: “Si le hubiera ido mal a Javier Milei, nos iba mal a todos”.
Guelar sostiene que la relación entre Milei y Donald Trump no se explica por motivos institucionales, sino personales. “El club de admiradores de Donald Trump son dos personas en el mundo, Bibi Netanyahu y Javier Milei”, afirmó, para luego describir a Trump como un actor desconectado de la tradición política de su país: “Hoy no es un nuevo orden, hoy es un enorme caos y un enorme desorden”, sintetizó.
Esa lectura lo lleva a otra advertencia: ya no existe la “paz americana” que ordenó el tablero internacional desde 1945. Ahora, dice, los países se mueven en un sistema sin reglas estables, lo que vuelve más frágiles a las democracias que dependen de respaldo externo. Por eso su análisis de la victoria de Milei no se detiene en el voto argentino, sino en “la tesorería norteamericana en el éxito electoral”.
El tema que más le preocupa a Guelar no es la economía, sino el narcotráfico. “Argentina y Brasil hoy somos mercados de consumo, no de tránsito”, advirtió, marcando un cambio estructural que -según él- todavía no asumió la dirigencia política. Su diagnóstico es directo: “No hay ninguna posibilidad de que haya consumo y distribución sin un compromiso expreso o por infiltración de la fuerza de seguridad”.

El abogado sostiene que el avance narco no se explica por complicidad política activa, sino por indiferencia: “La política en la Argentina mira para otro lado”. Y remarca que el país ya dejó de ser una excepción regional: “No estamos lejos y tenemos que preservarnos de esto y no pensar que es una cosa folclórica que le pasa a los brasileros”.
En la comparación con Brasil, el exembajador se detiene en un dato que considera clave: allí ya hay guerra abierta entre narcoestados y fuerzas públicas; acá no. Pero su conclusión no es optimista: “En la Argentina no hay guerra y hay un alto nivel de consumo. Algo estamos haciendo mal”.
Fuera de los diagnósticos, el entrevistado finalmente dejó un gesto político personal. Recordó su juventud como militante armado: “Yo fui montonero cuando tenía 20 años” dijo, y anticipó que podría revelar detalles de su recorrido público, pero con una condición: “Las mejores cosas no las puedo contar porque tendría que mentir”. Luego agregó: “He pensado escribir y dejarlo para después que muera”.