La veterana política Nancy Pelosi, de 85 años, anunció que no buscará la reelección al Congreso de Estados Unidos en los comicios de 2026. La decisión pone fin a una carrera de casi cuarenta años como representante de San Francisco, donde fue elegida por primera vez en 1987. Pelosi se despide como una de las figuras más influyentes de la historia reciente, recordada por su capacidad de articulación política y su protagonismo en algunos de los episodios más decisivos del siglo XXI en Washington.
Durante su gestión, Pelosi se convirtió en la primera mujer en presidir la Cámara de Representantes, liderando el Congreso en dos etapas (2007-2011 y 2019-2023). Fue clave en la aprobación de la Ley de Cuidado de Salud Asequible (Obamacare) bajo el gobierno de Barack Obama y en los procesos de destitución de Donald Trump, que definieron la polarización política del país. Su retiro marca el fin de una era dominada por liderazgos experimentados que moldearon la identidad moderna del Partido Demócrata.
El anuncio de Pelosi llega en un momento de reconfiguración interna dentro del Partido Demócrata, donde emergen nuevas figuras de corte progresista como Alexandria Ocasio-Cortez o Ilhan Omar. Este cambio de generación y discurso refleja una tensión entre la tradición pragmática del partido y las demandas de una base más joven y diversa. Con la salida de Pelosi, se abre un espacio de competencia por el liderazgo legislativo y la definición del rumbo ideológico de los demócratas para los próximos años.
La probabilidad de que su retiro acelere esta transición es alta, ya que su presencia había funcionado como un punto de equilibrio entre facciones enfrentadas. En los pasillos del Congreso, su legado se asocia tanto a la eficacia política como al estilo centralizado de conducción que caracterizó su gestión.
Thank you, San Francisco. pic.twitter.com/OP8ubeFzR6
— Nancy Pelosi (@TeamPelosi) November 6, 2025
Pelosi deja un legado complejo. Fue una estratega de disciplina interna, capaz de asegurar mayorías en votaciones clave, pero también blanco de críticas por parte de sectores que le reprocharon falta de renovación y apertura. A lo largo de su carrera, enfrentó acusaciones mediáticas por posibles conflictos de intereses vinculados con las inversiones de su esposo, aunque nunca se comprobó irregularidad judicial alguna. Su liderazgo combinó la defensa de los derechos civiles con una gestión cautelosa de las finanzas públicas, lo que la situó en una posición de centro dentro del espectro demócrata.
Desde el ala republicana, su salida fue recibida con una mezcla de respeto y alivio. Durante su mandato, Pelosi fue una de las figuras más polarizadoras, enfrentando abiertamente a Donald Trump y convirtiéndose en símbolo de la resistencia demócrata. Su retiro puede moderar, al menos temporalmente, la confrontación partidaria en el Congreso.

El cierre de la etapa Pelosi abre interrogantes sobre el rumbo del Partido Demócrata de cara a las presidenciales de 2028. Con Joe Biden en el final de su mandato y Kamala Harris intentando consolidar su liderazgo, el partido busca una nueva generación capaz de mantener la cohesión y conectar con los votantes jóvenes. La figura de Pelosi, entre el pragmatismo y la fidelidad institucional, servirá de referencia en esa transición.
Su retiro no implica un vacío inmediato, pero sí el inicio de una nueva etapa donde la renovación política y generacional se vuelve inevitable. Con su salida, se cierra un ciclo en la historia reciente de Estados Unidos, uno que combinó poder, negociación y controversia en dosis casi perfectas para definir la dinámica del siglo político estadounidense.