El gobierno de Estados Unidos atraviesa el cierre más largo de su historia, con 36 días sin acuerdo en el Congreso para aprobar el presupuesto. La parálisis comenzó el 1 de octubre de 2025, cuando republicanos y demócratas no lograron consensuar el gasto federal para el nuevo año fiscal. Desde entonces, cientos de miles de empleados públicos no reciben su salario y numerosos servicios están suspendidos o funcionando de manera limitada.
El presidente Donald Trump enfrenta fuertes críticas por la falta de diálogo con la oposición. El Senado rechazó varias propuestas de compromiso, y el cierre, que ya superó al de 2018‑2019 (también bajo su gobierno), se ha convertido en un símbolo de la polarización política del país. Parques nacionales, oficinas de pasaportes y museos permanecen cerrados, mientras crecen las protestas de trabajadores federales.
Las negociaciones en el Congreso permanecen estancadas. Los republicanos impulsan mayores fondos para defensa y seguridad fronteriza, mientras los demócratas exigen proteger los programas sociales y ambientales. Pese a varios intentos de mediación, ninguna de las cámaras logró aprobar una resolución de financiamiento temporal. El Fondo Monetario Internacional advirtió que, si el cierre continúa, podría reducir el PIB estadounidense en un 0,2 % durante el último trimestre del año.
Los economistas alertan también sobre un efecto dominó en contratistas y proveedores del Estado. La confianza empresarial cayó y algunos estados reportan pérdidas por millones de dólares debido a la suspensión de obras públicas. Analistas consideran que, a medida que el cierre se prolonga, crece el riesgo de que el conflicto afecte la campaña electoral de 2026.

Más de 800.000 empleados federales se encuentran sin salario, muchos de ellos obligados a trabajar sin cobrar o a solicitar créditos personales para afrontar gastos básicos. En varias ciudades se multiplicaron las marchas y concentraciones frente a las sedes del Congreso para exigir el fin del bloqueo político. El malestar social aumenta día a día, y la aprobación del gobierno muestra una tendencia descendente.
Aunque no se vislumbra una solución inmediata, los observadores internacionales advierten que el cierre actual podría marcar un antes y un después en la política estadounidense. Si el Congreso no logra aprobar un presupuesto en los próximos días, Estados Unidos seguirá en el limbo administrativo más prolongado de su historia, con consecuencias que trascienden lo económico y ponen a prueba la fortaleza institucional del país.