El 6 de noviembre de 2025, Jeanine Áñez volvió a respirar en libertad. La decisión del Tribunal Supremo de Justicia de anular su condena y ordenar su liberación marcó el cierre de uno de los capítulos más controvertidos de la historia reciente de Bolivia. Pero también abrió la puerta a la reivindicación de una mujer que, en medio del caos político de 2019, asumió la presidencia interina del país en un momento de vacío institucional y violencia.
Áñez, abogada y exsenadora por el departamento del Beni, fue una figura inesperada que surgió cuando Bolivia se encontraba al borde del abismo. Tras la renuncia de Evo Morales y la cadena de dimisiones que siguieron, ella ocupó el cargo como presidenta del Senado y, por sucesión constitucional, se convirtió en la mandataria interina del Estado Plurinacional de Bolivia. Su llegada simbolizó la restauración temporal del orden institucional, aunque fue rápidamente demonizada por el oficialismo y convertida en blanco de una persecución judicial sin precedentes.
Durante su gestión, Áñez intentó encaminar al país hacia nuevas elecciones y restablecer la estabilidad democrática. Sin embargo, su gobierno fue marcado por la crisis, la represión de protestas y el asedio político. En 2021 fue detenida en su domicilio y posteriormente condenada a 10 años de prisión por el caso denominado Golpe de Estado II. Pasó casi cinco años privada de libertad, en condiciones duras y con denuncias internacionales sobre su salud y su aislamiento. Aun así, nunca dejó de proclamar su inocencia ni de definirse como presa política.
Su liberación, ordenada por el máximo tribunal boliviano, reconoce que debió ser juzgada mediante un juicio de responsabilidades, reservado para exmandatarios, y no por la vía penal ordinaria. Ese fallo representa no solo una victoria judicial, sino también una reivindicación moral para quienes vieron en su encarcelamiento una injusticia motivada por la revancha política.
🇧🇴‼️ | HISTÓRICO — La expresidente y presa política Jeanine Añez es liberada tras más de cuatro años en una prisión del régimen de Luis Arce y Evo Morales.
— Agustín Antonetti (@agusantonetti) November 6, 2025
Una nueva era de LIBERTAD en Bolivia.pic.twitter.com/sp8XbZLCMY
Durante su reclusión, Áñez se transformó en símbolo de resistencia para amplios sectores ciudadanos y opositores que vieron en ella a una mujer enfrentada a un poder autoritario. Su imagen trascendió los muros de la cárcel: cartas escritas a mano, mensajes de fe y fotografías que mostraban su deterioro físico se convirtieron en testimonio de la dureza de su encierro y de su firmeza interior. Desde el silencio forzado, mantuvo viva la idea de que Bolivia merece una justicia independiente y un Estado sin venganzas.
Hoy, en libertad, Jeanine Áñez encarna una lección de coraje. No porque haya buscado el poder, sino porque soportó las consecuencias de haberlo ejercido en tiempos de fractura nacional. Su historia no es solo la de una política, sino la de una mujer que resistió el peso de un sistema dispuesto a quebrarla. Con su salida de prisión, se reabre el debate sobre la memoria, la justicia y la democracia en un país que todavía busca reconciliarse consigo mismo.