La historia de María José Ardila, joven de 23 años que murió en Cali tras participar en un reto de alcohol, se convirtió en un punto de quiebre en el debate sobre la responsabilidad de los bares en Colombia. La joven aceptó ingerir 17 tragos en menos de diez minutos, en un concurso promovido dentro del local. El bar carecía de personal médico o protocolos de emergencia, y la demora en su atención fue fatal. Su caso abrió una discusión urgente sobre los vacíos legales que permiten que establecimientos de ocio operen sin medidas básicas de seguridad sanitaria.
Aunque la tragedia tuvo lugar en Colombia, la problemática traspasa fronteras. En países como Argentina, donde también proliferan los retos de consumo en discotecas y fiestas privadas, la normativa es ambigua o inexistente. Las leyes suelen centrarse en la venta de alcohol y el control de menores, pero ignoran las prácticas de consumo extremo que, en muchos casos, se promueven como parte del entretenimiento. La ausencia de protocolos de salud convierte estos espacios en zonas de alto riesgo.
El caso Ardila puso de relieve la falta de una legislación específica que obligue a los bares a contar con personal capacitado para emergencias médicas. En Colombia, los locales solo deben disponer de un botiquín y un plan de evacuación, insuficiente para atender cuadros de intoxicación aguda. En Argentina, la situación no es mejor: las regulaciones se limitan a aspectos de habilitación y horario, sin exigir presencia de socorristas o planes de respuesta ante el exceso de alcohol. Según especialistas, esta omisión normativa deja a los clientes expuestos y dificulta establecer responsabilidades penales claras.
Los gremios de bares, tanto en Cali como en Buenos Aires, reconocen el problema, pero se amparan en la falta de marcos legales precisos. Argumentan que los retos de bebida son actos voluntarios y que la intervención estatal podría afectar la autonomía empresarial. Sin embargo, la organización o promoción de estas dinámicas implica corresponsabilidad directa en la generación del riesgo. En ambos países, los expertos coinciden en que los locales de ocio deben tener un deber reforzado de cuidado, especialmente cuando el consumo se convierte en competencia o espectáculo.

El trasfondo del problema es también cultural. La normalización del consumo rápido y excesivo de alcohol entre jóvenes es un fenómeno extendido en Latinoamérica. En redes sociales, los retos de bebida se viralizan y son replicados en bares sin conciencia de sus consecuencias. Instituciones sanitarias de la región alertan que el coma etílico puede desarrollarse en minutos y que el 60 % de las muertes por intoxicación alcohólica en menores de 25 años ocurre en contextos recreativos. Sin capacitación ni respuesta inmediata, el desenlace puede ser fatal.
🇨🇴 ¡TRAGEDIA POR UN RETO VIRAL!
— Becky Reynoso (@BeckyReynoso) November 1, 2025
María José Ardila, joven de 23 años, murió tras aceptar un reto en un bar de Cali, Colombia: beber 6 tragos en 10 minutos a cambio de dinero.
La estudiante de ingeniería, madre de un bebé de 10 meses, sufrió un derrame cerebral y permaneció… pic.twitter.com/ZE7HXV6xtJ
El caso Ardila, con su enorme impacto mediático, podría marcar un antes y un después en la regulación nocturna de la región. Si las autoridades colombianas logran impulsar una ley que obligue a los locales a adoptar protocolos médicos, el modelo podría extenderse a países vecinos. En Argentina, el debate apenas comienza, pero la necesidad de una norma integral que combine salud pública, responsabilidad civil y control preventivo es evidente. La tragedia en Cali recordó que, en la noche latinoamericana, el peligro no siempre viene del alcohol, sino de la indiferencia institucional.