El reciente informe de Estados Unidos sobre un complot iraní para asesinar a la embajadora de Israel en México marcó un punto de inflexión en la percepción de seguridad regional. Según Washington, la Guardia Revolucionaria Islámica planeó el atentado desde Venezuela, con apoyo logístico en distintos países latinoamericanos. Aunque el plan fue neutralizado, el episodio evidenció que el continente ya no es ajeno a los conflictos del Medio Oriente, sino parte activa de un tablero geopolítico más amplio.
Las autoridades mexicanas, en coordinación con Israel y agencias estadounidenses, desarticularon la operación antes de que se concretara. La embajadora Einat Kranz Neiger fue el blanco de una red que se habría gestado desde la llamada Unidad 11000 del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní. Este tipo de acciones, centradas en la eliminación de diplomáticos israelíes o disidentes, se repiten desde hace años en Europa y Asia. Su traslado a suelo latinoamericano confirma la expansión silenciosa de las redes iraníes en la región.
Hezbollah, brazo militar y político de Irán, mantiene una presencia activa en América del Sur, especialmente en la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil. Allí se investiga desde hace dos décadas un circuito de financiamiento que incluye lavado de dinero, contrabando y recaudación de fondos para actividades terroristas. Las autoridades paraguayas y argentinas han identificado células vinculadas a la comunidad chiita libanesa local, bajo investigación constante por organismos internacionales. Esta estructura ha permitido a Irán mantener influencia e infraestructura sin presencia militar directa.
La conexión entre Hezbollah y la diplomacia iraní en Caracas y Teherán ha sido denunciada por distintos gobiernos, que ven en Venezuela un punto de apoyo estratégico para operaciones encubiertas. Vuelos sin registro claro, movimientos financieros opacos y presencia de agentes iraníes en Sudamérica refuerzan la hipótesis de una red continental coordinada. El intento de asesinato en México se enmarca así en una trama mayor, donde las fronteras ideológicas y geográficas se disuelven.
El régimen iraní desde Venezuela y junto a Diosdado Cabello prometen una venganza severa. pic.twitter.com/ZX1JJDt1Te
— Alerta Noticias UKR 24 (@UKR_token) June 22, 2025
La proyección de Irán en América Latina también responde a un reposicionamiento frente a Estados Unidos e Israel. Aprovechando los vacíos de poder y las brechas institucionales en la región, Teherán busca aliados que le permitan desafiar las sanciones y mantener operativos financieros paralelos. En este contexto, países como Venezuela y Nicaragua se han convertido en socios clave de su diplomacia alternativa. Este movimiento también genera tensiones internas, ya que los gobiernos latinoamericanos deben equilibrar su soberanía con la creciente presión internacional.
La probabilidad de que existan otras operaciones en marcha o redes dormidas en la región supera el 60 %, según analistas de seguridad. La combinación de intereses políticos, religiosos y criminales genera un escenario de difícil contención. Lo ocurrido en México es apenas una señal temprana de un fenómeno que podría escalar si la cooperación regional no se fortalece.
🇻🇪🇮🇷| Venezuelian people in front of the Iranian embassy in Venezuela. pic.twitter.com/JREx3fIFzT
— Arya - آریا (@AryJeay) June 20, 2025
La revelación del plan contra la diplomática israelí y la actividad sostenida de Hezbollah en Sudamérica confirman una guerra encubierta que se libra sin titulares visibles. América Latina, otrora periferia del conflicto entre Teherán y Jerusalén, se convierte ahora en espacio de disputa indirecta. Los próximos años pondrán a prueba la capacidad de los estados latinoamericanos para blindar sus instituciones frente a un conflicto que, aunque ajeno, ya los involucra.
