11/11/2025 - Edición Nº1008

Internacionales

Ciencia y visión

¿Quién es Wilhelm Röntgen? La historia detrás de los rayos X y su legado

08/11/2025 | El 8 de noviembre de 1895, el físico alemán descubrió los rayos X, un hallazgo que transformó la medicina y abrió una nueva era para la ciencia moderna.



Hace exactamente 130 años, el físico alemán Wilhelm Conrad Röntgen realizó uno de los descubrimientos más trascendentales de la historia: los rayos X. El 8 de noviembre de 1895, mientras experimentaba con tubos de descarga en su laboratorio de la Universidad de Wurzburgo, notó que una pantalla fluorescente cercana brillaba aun cuando el tubo estaba cubierto. Comprendió entonces que un tipo de radiación desconocida atravesaba los materiales opacos. La llamó “rayos X”, porque su naturaleza aún era un misterio.

Pocos días después, Röntgen tomó una de las imágenes más icónicas de la historia de la ciencia: la radiografía de la mano de su esposa, Anna Bertha Ludwig, donde se veían con nitidez sus huesos y el anillo de bodas. La fotografía causó asombro en el mundo académico y marcó el inicio de una nueva disciplina: la radiología. Por primera vez, el ser humano podía observar el interior del cuerpo sin recurrir a la cirugía.

Universidad de Wurzburgo


La Universidad Julius Maximilianus de Wurzburgo, Universitas Herbipolensis en latín, es una de las universidades alemanas más antiguas. En 1402, el papa Bonifacio IX concedió al obispo de Wurzburgo, Johann von Egloffstein, el privilegio de fundar una universidad en Wurzburgo.

El nacimiento de una nueva era médica

El descubrimiento de los rayos X revolucionó la medicina moderna. Permitió diagnosticar fracturas, tumores y enfermedades internas con una precisión antes impensada. En cuestión de meses, hospitales y laboratorios de Europa comenzaron a fabricar sus propios aparatos de rayos X. Lo que empezó como un experimento en física se convirtió en una herramienta esencial para la salud pública global.


La denominación rayos X designa a una radiación electromagnética ionizante, invisible para el ojo humano, capaz de atravesar cuerpos opacos y de imprimir las películas fotográficas.

Röntgen nunca buscó fama ni fortuna con su hallazgo. Rechazó patentar los rayos X porque consideraba que debían servir al bien común. Su ética científica le valió un reconocimiento universal: en 1901 recibió el primer Premio Nobel de Física, por un descubrimiento que transformó para siempre la relación entre ciencia, tecnología y humanidad.

Del laboratorio al legado universal

Más allá de la medicina, los rayos X impulsaron el desarrollo de otras ramas de la ciencia: desde la física nuclear hasta la cristalografía y la exploración espacial. Su aplicación permitió descubrir la estructura del ADN, estudiar materiales y observar el universo con una nueva perspectiva. Cada avance tecnológico que permite ver lo invisible lleva la huella de aquel experimento realizado en 1895.

Hoy, el nombre de Röntgen sigue siendo sinónimo de claridad y descubrimiento. En muchos países, los rayos X aún se conocen como “rayos de Röntgen”, un homenaje a quien abrió la primera ventana al interior del cuerpo humano. Su legado recuerda que la curiosidad científica y la ética del conocimiento pueden cambiar el destino de la humanidad.