26/12/2025 - Edición Nº1053

Internacionales

Corea del Norte

Kim Jong-un se vuelve más fuerte: ¿qué significa para el mundo?

09/11/2025 | A diferencia de 2018, Pyongyang llega fortalecida, con armas más avanzadas y alianzas estratégicas que desafían cualquier intento de negociación directa con Washington.



El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, enfrenta una de sus pruebas más complejas en política exterior desde su regreso a la Casa Blanca. A diferencia de sus primeros contactos con Kim Jong-un en 2018, el líder norcoreano de hoy dirige un país profundamente transformado: militarizado, nuclearizado y alineado con Moscú y Pekín. Los gestos de apertura que Trump promueve desde Washington buscan frenar una escalada que amenaza la estabilidad del noreste asiático.

Según el análisis publicado por The Diplomat, la Corea del Norte de 2025 “ya no busca reconocimiento, sino respeto como potencia nuclear”. La inclusión de su estatus atómico en la Constitución nacional marca un punto de no retorno para las negociaciones de desnuclearización. Mientras tanto, Pyongyang ha reforzado su cooperación con Rusia, intercambiando armamento y tecnología, y estrechando vínculos estratégicos con China, su aliado histórico.

Pyongyang, capital de Corea del Norte.


Pyongyang es la capital y ciudad más poblada de Corea del Norte, localizada en el suroeste del país, cerca del río Taedong. En el censo de 2008, la ciudad contaba con una población de 3 255 388 habitantes.​ La ciudad tiene la administración de gobierno directo, al mismo nivel de una provincia.

Un nuevo tablero geopolítico

Trump ha manifestado su disposición a “trabajar muy duro” por la paz en la península coreana, pero los expertos advierten que el margen diplomático es estrecho. Corea del Norte no busca concesiones, sino legitimidad internacional. Los misiles de largo alcance, los ensayos submarinos y la modernización de su arsenal nuclear consolidan una posición de fuerza inédita. El equilibrio regional depende hoy de cómo Washington logre coordinarse con Seúl y Tokio, sin aislarse de sus aliados europeos.

Los asesores del presidente consideran que una nueva cumbre con Kim podría ofrecer beneficios simbólicos y de imagen, pero el riesgo de fracaso sería alto. La era de los grandes acuerdos parece haber quedado atrás: la diplomacia actual es de contención, no de negociación. El propio Trump ha insinuado que prefiere “mantener abiertas todas las opciones” ante un régimen que combina provocación militar con control interno absoluto.


Kim Jong-un es un político norcoreano que ejerce como actual líder supremo de la República Popular Democrática de Corea desde 2011 y líder del Partido del Trabajo de Corea desde 2012.

Entre el liderazgo y la prudencia

Para Trump, el desafío con Corea del Norte es también una oportunidad para reafirmar su liderazgo global. En un contexto donde China y Rusia ganan influencia en Asia, el mandatario busca proyectar a Estados Unidos como garante de la seguridad regional. Sin embargo, su estilo personal -basado en gestos directos y retórica impredecible- genera dudas entre diplomáticos y aliados. El riesgo, advierten algunos analistas, es que la diplomacia del espectáculo termine cediendo espacio al poder duro.


Actualmente Corea del Norte es uno de los países más militarizados del mundo,​ teniendo el cuarto ejército más grande del mundo contando, aproximadamente, con 1.106.000 cuadros armados y con alrededor del 20% de población masculina de entre 17 y 54 años sirviendo en las fuerzas armadas regulares.

En este escenario de tensiones crecientes, la Casa Blanca apuesta por una combinación de presión económica, coordinación militar y canales discretos de comunicación con Pyongyang. La estrategia de Trump parece clara: evitar una nueva crisis nuclear sin renunciar al protagonismo político. La historia, sin embargo, demuestra que con Corea del Norte nada es previsible. Y esta vez, al otro lado de la mesa, el interlocutor es un Kim Jong-un más fuerte, más armado y menos dispuesto a ceder.