China presentó oficialmente su nuevo portaaviones Fujian, el buque de guerra más moderno en la historia del país, durante una ceremonia encabezada por el presidente Xi Jinping en la base naval de Sanya, en la isla de Hainan. El evento marcó un punto de inflexión en la estrategia militar china: por primera vez, Pekín cuenta con un portaaviones de diseño y construcción completamente nacional, capaz de operar con tecnología de vanguardia comparable a la de Estados Unidos.
El Fujian, con un desplazamiento de más de 80.000 toneladas, incorpora catapultas electromagnéticas (EMALS), un sistema que permite lanzar aeronaves más grandes y pesadas con mayor eficiencia. Hasta ahora, solo el portaaviones estadounidense USS Gerald R. Ford contaba con esa capacidad. Esta innovación tecnológica convierte al Fujian en un instrumento clave para proyectar poder militar más allá de las aguas territoriales chinas, especialmente en el mar de China Meridional y el estrecho de Taiwán, dos de los puntos más sensibles del tablero geopolítico asiático.
El desarrollo del Fujian forma parte del ambicioso plan de modernización de las fuerzas armadas impulsado por Xi Jinping, que busca convertir al Ejército Popular de Liberación en una fuerza “de clase mundial” para 2049, año del centenario de la República Popular. Su despliegue demuestra que China ya no se limita a la defensa costera, sino que busca una presencia permanente en las rutas marítimas internacionales. Este cambio responde al objetivo de garantizar sus líneas de suministro y proteger sus intereses económicos y comerciales en todo el Indo-Pacífico.
La reacción de Washington no se hizo esperar. Altos mandos de la Armada estadounidense señalaron que el Fujian “refleja la determinación de Pekín de desafiar el equilibrio estratégico establecido” en el Pacífico. Estados Unidos mantiene actualmente 11 portaaviones en servicio activo, frente a los tres de China, pero el ritmo de construcción naval chino es mucho más acelerado. Analistas prevén que, en menos de dos décadas, el gigante asiático podría igualar o incluso superar en número a la flota estadounidense.

El lanzamiento del Fujian también tiene una lectura política. En plena competencia tecnológica y militar con Estados Unidos, Pekín envía un mensaje claro de autonomía estratégica y capacidad para innovar sin depender de Occidente. Además, el buque refuerza la narrativa nacionalista del gobierno chino, que presenta el avance militar como símbolo de orgullo y renacimiento nacional. Las imágenes de Xi Jinping saludando a la tripulación y supervisando la ceremonia fueron ampliamente difundidas por los medios estatales.
Sin embargo, el desafío de China no está exento de limitaciones. A diferencia de Estados Unidos, que cuenta con décadas de experiencia en operaciones de portaaviones y redes de bases internacionales, Pekín aún carece de la infraestructura logística y de combate global necesaria para sostener misiones prolongadas en aguas lejanas. Los expertos señalan que, aunque el Fujian marca un salto tecnológico, la Armada china todavía debe acumular experiencia táctica y operativa.
🚨🇨🇳 ÚLTIMA HORA: durante la puesta en servicio del nuevo portaaviones chino Fujian el 5 de noviembre en Sanya, Hainan, el EPL mostró despegues y aterrizajes de múltiples tipos de aeronaves. ✈️🚢 pic.twitter.com/eqb6UgGg4Y
— DEF (@defrevista) November 8, 2025
Con el Fujian, China ingresa oficialmente a la era de los portaaviones de nueva generación y consolida su estatus como potencia marítima emergente. Su botadura no solo redefine el mapa naval asiático, sino que anuncia un futuro en el que el control de los mares se convertirá nuevamente en el eje del poder global. En el corazón de ese cambio, el Pacífico se perfila como el escenario central de una competencia que marcará las próximas décadas.