por Fede Carestía
La industria cinematográfica occidental sufre en un pozo de decepciones taquilleras, con superproducciones como Superman de James Gunn y Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos que, pese a sus abultados presupuestos y campañas millonarias, no logran remontar el vuelo como se esperaba. Mientras Superman acumuló apenas 616 millones de dólares a nivel mundial, Los Cuatro Fantásticos se conformó con 521 millones, reflejando una fatiga palpable en el público ante fórmulas repetidas y universos compartidos saturados. ?
En contraste, el anime japonés irrumpió con grandes números, reportando un crecimiento del 15% en ingresos internacionales que posiciona a la animación nipona como el posible salvavidas de la industria global. En 2024, el sector ya había pulverizado récords con 25 mil millones de dólares generados, superando con creces las ventas locales en Japón y expandiéndose gracias a distribuidoras que van más allá de los clásicos de Studio Ghibli.
Películas como Chainsaw Man ejemplifican este dominio arrasador, recaudando 139 millones de dólares en todo el mundo desde su estreno el 24 de octubre, y consolidándose como un fenómeno que eclipsa a los gigantes hollywoodenses. Antes de su llegada, Demon Slayer: Infinity Castle ya había reescrito la historia al convertirse en la cinta más taquillera de Japón, con 670 millones de dólares globales tras su debut el 12 de septiembre.

Recordemos que estám por llegar obras como Jujutsu Kaisen: Ejecución (una secuela directa de Jujutsu Kaisen: Hidden Inventory / Premature Death) o Scarlet de Mamoru Hosoda. La industria a nivel global entendió que este género va más allá de Pokémon o Dragon Ball y empezó a encontrar títulos cada vez más rentables, que los hacen olvidarse de los dolores de cabeza de los live-action que no cumplen las expectativas comerciales.