Diego Santilli asumirá este martes a las 15 como nuevo ministro del Interior ante Javier Milei y, apenas terminada la ceremonia, activará su primera misión política: reforzar los lazos con los gobernadores en medio de un clima económico tensado y de reformas que requieren votos provinciales. Su debut será este miércoles en Paraná, donde lo espera el gobernador Rogelio Frigerio, uno de los dirigentes con más peso político dentro del esquema federal.
Antes de jurar, Santilli ya abrió su ronda de acuerdos. El viernes recibió en su despacho a Ignacio Torres (Chubut) y Raúl Jalil (Catamarca), en encuentros que se interpretan como parte de una hoja de ruta diseñada por la Casa Rosada para recomponer diálogo y garantizar respaldo a las reformas que viene preparando el Gobierno.
El vínculo entre Santilli y Frigerio tiene historia en el macrismo: uno fue vicejefe porteño y el otro ministro del Interior durante los cuatro años de Mauricio Macri. Hoy, ambos se reencuentran en un contexto diferente, pero con un objetivo común: estabilizar la relación Nación–provincias. Frigerio, que selló una alianza electoral con los libertarios en Entre Ríos, fue uno de los gobernadores que más rápidamente celebró la designación del “Colo”.
La agenda del encuentro en Paraná será económica y compleja. Entre Ríos reclama la normalización de los $48.000 millones comprometidos por Nación para cubrir el déficit previsional y exige definiciones sobre los recursos de la represa de Salto Grande, un fondo clave que compensa el impacto ambiental y productivo de la obra. También figuran obras estratégicas: las rutas nacionales 14 y 18, con tramos frenados o pendientes de concesión, y la posibilidad de reactivar los US$250 millones de financiamiento internacional que necesitan garantía soberana.
En el entorno de Santilli reconocen que la prioridad es “destrabar” relaciones y mostrar una versión más política del Gobierno. En paralelo, Milei apuesta a que el ministro funcione como puente para recomponer los números legislativos y avanzar en la segunda etapa de su plan económico. Para la Casa Rosada, las provincias no solo vuelven a ser relevantes: son indispensables para sostener cualquier reforma estructural.