La ofensiva opositora contra Javier Milei se desinfló en el Senado. El proyecto que busca ponerle un límite a los Decretos de Necesidad y Urgencia entró en zona de turbulencia y le regaló otro respiro al Gobierno, justo cuando la oposición pretendía cerrar el año con una derrota simbólica para la Casa Rosada.
El tratamiento se trabó por un movimiento inesperado: el kirchnerismo se corrió del resto de los bloques y optó por sostener la versión más liviana que había aprobado Diputados, dejando en offside a radicales, federales y aliados de Provincias Unidas, que empujaban una versión más dura.
Por ahora, la sesión quedó en suspenso. En la Cámara alta se habla de una fecha tentativa —entre el 19 y el 20 de noviembre—, pero nadie se anima a confirmarla. Todo depende de si la oposición logra enhebrar una estrategia común antes del 10 de diciembre, cuando Milei tendrá más bancas y el margen para resistir crecerá.
El texto original del Senado, votado el 4 de septiembre, establecía que los DNU debían ser ratificados por ambas cámaras en un plazo de 90 días o perderían vigencia. Pero en su paso por Diputados ese artículo cayó y el límite temporal desapareció. El resultado: una versión sin dientes.
Cuando el proyecto volvió al Senado, la Comisión de Asuntos Constitucionales dictaminó a favor de insistir con la versión original. Allí confluyeron senadores de la UCR, Provincias Unidas y figuras como Guadalupe Tagliaferri y Sandra Mendoza. Pero el bloque kirchnerista, salvo Mendoza, firmó en disidencia.
La riojana Florencia López, exvicegobernadora de Ricardo Quintela, explicó el cambio de posición: “Si insistimos en el texto original, el Presidente la vetará y en Diputados no hay votos para revertirlo”. Traducido: mejor una ley liviana que ninguna.
La jugada generó desconcierto en la comisión. El radical Eduardo Vischi retrucó que “esta ley no puede ser vetada” porque la regulación de los DNU es facultad del Congreso. Y advirtió: “Si Milei lo intenta, habrá conflicto de poderes y terminará en la Corte”.
Alejandra Vigo, presidenta del cuerpo, fue más directa: “Con la versión de Diputados queda una ley con falencias. Un DNU, sin plazos, tiene menos requisitos que una ley ordinaria”. En los hechos, los decretos siguen firmes mientras el Congreso no los trate, algo que ocurre en la mayoría de los casos.
El Gobierno ya sufrió el rechazo de dos DNI—el que aumentó los fondos reservados de la Side y el que desreguló la Marina Mercante— y cuatro decretos delegados. Pero el panorama cambiará pronto: a partir del 10 de diciembre, con 88 diputados y 20 senadores, La Libertad Avanza tendrá más margen para defender los decretos del Presidente.
Por ahora, la jugada opositora quedó en pausa. Y en la Rosada respiran: el reloj corre, y cada día que pasa sin sesión es un triunfo silencioso para Milei.