La inesperada negativa de Venezuela a firmar la declaración final de la Cumbre CELAC-UE en Santa Marta desató desconcierto entre las cancillerías latinoamericanas. El gesto, calificado por algunos diplomáticos como un “suicidio diplomático”, refleja la creciente desconfianza de Caracas hacia los foros multilaterales donde percibe imposiciones occidentales. Hasta una hora antes del cierre, el país figuraba entre los firmantes, pero una orden de último momento del canciller Yván Gil lo dejó fuera del documento final.
El presidente Nicolás Maduro había apostado por participar en la negociación de los 52 puntos del texto, pero se retiró tras fracasar en su intento de modificar los apartados sobre seguridad en el Caribe y la guerra en Ucrania. Para el Gobierno venezolano, el lenguaje adoptado por la Unión Europea resultó demasiado alineado con Washington, y su exclusión final fue una manera de marcar distancia frente a lo que considera una diplomacia sesgada.
En los últimos años, Caracas ha consolidado un eje alternativo con potencias como Rusia, China e Irán, buscando contrapesar el cerco occidental. Estos acuerdos abarcan desde proyectos energéticos y militares hasta financiamiento directo para sortear sanciones. La decisión de romper con el consenso de la CELAC-UE no solo expresa una tensión puntual, sino una redefinición estructural de su política exterior: menos dependiente de Europa y más integrada en un bloque antihegemónico global.
Fuentes diplomáticas confirman que el retiro de la firma fue recibido con alarma en Bogotá y Bruselas, donde se interpretó como una pérdida de interlocución. Sin embargo, dentro del chavismo se presentó como una victoria simbólicafrente al discurso occidental sobre derechos humanos y democracia. En paralelo, Moscú y Pekín aprovecharon el episodio para destacar la coherencia venezolana ante las “presiones del Norte”, reforzando la narrativa de resistencia geopolítica.
Lavrov critica acciones de EE.UU. contra Venezuela https://t.co/je1sMPqnUG
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El canciller ruso, Serguéi Lavrov, afirmó que las acciones de EE.UU. contra Venezuela son inaceptables y no mejorarán la reputación internacional de Washington. pic.twitter.com/GGcL1lIioQ
El costo de esta estrategia es elevado. Venezuela pierde visibilidad en los espacios birregionales y debilita su voz en las negociaciones energéticas y ambientales. Sin embargo, para el Palacio de Miraflores, ese precio es aceptable si le permite mantener una postura soberana ante los grandes bloques. El país busca proyectarse como un actor autárquico en un sistema internacional fragmentado, apostando a una multipolaridad que, aunque retórica, le ofrece margen para resistir sanciones.
"NO PASEMOS POR ALTO LOS CRÍMENES DE EE.UU. EN EL CARIBE, VIOLAN EL DERECHO INTERNACIONAL"
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El canciller de Venezuela denunció la militarización de EE.UU. en el Caribe durante cumbre que reunió a representantes de la Celac y la UE.
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El aislamiento, más que un error, parece ser una táctica deliberada de reafirmación ideológica. En un contexto global de reconfiguración del poder, Caracas intenta convertir su marginalidad diplomática en una señal de independencia. No obstante, el riesgo es que ese gesto heroico acabe traduciéndose en irrelevancia práctica, dejando al país sin aliados efectivos en los foros donde realmente se deciden los equilibrios de poder regional.