Con una galera simbólica y el temple intacto, Aníbal Pachano se sentó frente a Chiche Gelblung en El Living de NewsDigitales para hablar sin anestesia. En una charla íntima, repasó sus batallas personales y artísticas con la misma mezcla de ironía y lucidez que lo caracteriza. “Vi de todo en este país: cosas buenas y cosas muy malas”, lanzó de entrada, marcando el tono de una conversación cargada de honestidad.
El artista recordó que su primera pasión fue la arquitectura, no el escenario: “Diseñé una casa que nunca se hizo, pero me llenó tanto que no lo viví como frustración. Era ‘La casa duende’, un proyecto con alma artística”, contó, como si esa casa hubiera sido el primer borrador de su estilo visual. “Ya ahí había algo mío que buscaba salir, una forma de construir belleza aunque no tuviera ladrillos”, manifestó.
El salto al arte fue inevitable: “Empecé a bailar como hobby, sin pensar que eso iba a cambiar mi vida”, relató. De esa búsqueda nació Botton Tap, la compañía que fundó junto a Ana Sans y que se volvió un fenómeno en los años 90:
“Fuimos los primeros en vender imagen, marca, identidad. Era una empresa artística: todo lo hacía yo, desde los vestuarios hasta las luces. Hoy le dicen ‘branding’, nosotros lo hicimos por instinto”.
En televisión, su personaje de galera y bastón lo catapultó a la masividad: “En ShowMatch mostré algo distinto, un personaje que era yo mismo, exagerado y teatral. Nadie me decía qué hacer. Yo diseñaba todo, hasta mi sombra”, recordó entre risas. Detrás de esa excentricidad, Pachano siempre mantuvo una convicción: la independencia creativa como motor de vida.
Cuando el diálogo giró hacia su salud, su tono cambió, pero no perdió firmeza. “No hay que tomar las enfermedades como desgracias. Son parte del camino”, dijo sobre sus diagnósticos de VIH y cáncer. “Cuando me lo dijeron, negué una hora, y después entendí que había que ocuparse, no preocuparse. Lo importante es la actitud, no el miedo”, postuló Pachano.
Esa mentalidad de combate lo llevó a convertir el dolor en aprendizaje. “Aprendí a entender el para qué, no el por qué. Meditar y tener fe me salvaron más de una vez”, confesó. Sin victimismo, habló de la importancia de la mente como aliada: “La cabeza es lo que me hace superar todo. Separarme de la gente que no me hacía bien fue clave. Eso también es salud”.
Hoy, mientras atraviesa un nuevo tratamiento oncológico, Pachano sigue trabajando. Planea lanzar su libro Positivo, junto al periodista cordobés Cuadrado, y preparar una performance a modo de masterclass: “Quiero enseñar cómo se hace un artista. Es lo que me queda por hacer: dejar una huella desde la docencia”.
Cerró la entrevista con la calma de quien ya peleó sus mejores y peores batallas: “Yo hablo porque eso es mi ejemplo. Soy frontal, sincero. No me miento ni le miento a la gente. Ese es mi mayor éxito”.