El reciente impulso de Argentina y Paraguay para avanzar en sus procesos de adhesión a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) marca un punto de inflexión en la política económica del Cono Sur. Buenos Aires presentó su memorando inicial, documento que detalla el grado de compatibilidad de sus políticas con los estándares del organismo, mientras que Asunción reforzó su plan de trabajo institucional para cumplir con los requisitos técnicos exigidos. Ambos gobiernos buscan ingresar a un grupo que, más que un sello de prestigio, representa un compromiso con la estabilidad y la transparencia.
La decisión argentina coincide con un viraje estratégico bajo la administración de Javier Milei, que prioriza la reinserción internacional como motor de confianza y atracción de capital. En el caso paraguayo, el presidente Santiago Peñaaprovechó el contexto de crecimiento sostenido y la reciente calificación de grado de inversión para acelerar las gestiones. Aunque los caminos son distintos, ambos países comparten la idea de que pertenecer a la OCDE puede ser una herramienta para consolidar reformas estructurales y acceder a mejores estándares regulatorios.
El interés de Brasil y Perú refuerza esta tendencia. Ambos países iniciaron formalmente sus rutas de adhesión en 2022 y durante 2025 retomaron las evaluaciones técnicas de sus políticas fiscales, laborales y de competencia. Brasil, como socio clave de la OCDE desde 2007, avanza en la armonización de métricas económicas, mientras que Perú centra sus esfuerzos en ampliar su base tributaria y fortalecer la disciplina fiscal. La convergencia técnica de estos países con el bloque marca una nueva etapa de integración económica latinoamericana.
Para los cuatro gobiernos, el proceso de incorporación no es inmediato. Involucra una revisión exhaustiva en más de 20 comités especializados que analizan temas de gobernanza, educación, innovación y sostenibilidad. Las ventajas, sin embargo, son claras: mayor transparencia, datos comparables y credibilidad ante los mercados internacionales. En conjunto, América del Sur busca proyectar una imagen de región confiable y alineada con las mejores prácticas globales.
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El proceso hacia la OCDE funciona como un ancla de reformas y una herramienta política. En Argentina, el reto será sostener el ritmo de apertura sin que las reformas se vean erosionadas por la presión social o la fragmentación política. En Paraguay, la prioridad radica en institucionalizar las buenas prácticas para que trasciendan la figura presidencial. Brasil enfrenta la complejidad de su estructura federal, mientras que Perú lidia con la volatilidad política y la necesidad de fortalecer su aparato estatal.
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En todos los casos, la adhesión actúa como una promesa de modernización y credibilidad, aunque su éxito dependerá de la coherencia interna de las políticas públicas y de la capacidad de los gobiernos para resistir las tensiones internas. Si logran mantener el rumbo, el ingreso de nuevos miembros latinoamericanos a la OCDE podría consolidar un bloque más sólido y representativo dentro del escenario económico global.
Reunir en Paraguay a líderes y representantes de la OCDE es una oportunidad única para seguir construyendo juntos un estado moderno, transparente y al servicio de todos los paraguayos. Estos encuentros son motores de transformación.
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Desde Paraguay, seguiremos impulsando una… pic.twitter.com/dtBFltivv6