La reciente incautación de 12 toneladas de cocaína en aguas panameñas marcó un hito en la historia del país y reavivó el debate sobre su papel en el narcotráfico regional. El cargamento, valorado en 200 millones de dólares, fue interceptado cuando se dirigía hacia México con destino final en Estados Unidos. Las autoridades del Servicio Nacional Aeronaval (SENAN) calificaron el operativo como un golpe sin precedentes, y advirtieron que el uso de embarcaciones civiles para el transporte de drogas es una práctica cada vez más frecuente.
Panamá ha visto cómo su geografía, situada entre dos océanos y un canal intercontinental, lo convierte en punto crítico del tráfico marítimo. Solo en 2024, el país decomisó más de 80 toneladas de estupefacientes, y la cifra de 2023 superó las 120. La operación del remolcador refuerza la preocupación sobre cómo los carteles adaptan sus rutas para evadir la vigilancia, aprovechando el intenso tránsito comercial y las debilidades en el control portuario.
El caso también expone una tendencia emergente: el desplazamiento de rutas hacia Europa. En 2025, Panamá registró flujos récord de cocaína por sus puertos caribeños, especialmente en Colón, donde se incautaron 25 toneladas en solo seis meses. Esta doble dirección —hacia Estados Unidos y el Viejo Continente— convierte al país en un eje neurálgico del tráfico global, capaz de conectar productores sudamericanos con mercados de alto consumo en ambos hemisferios.
La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) estima que entre el 70 y el 80% de la cocaína mundial se transporta por vía marítima. Esa cifra coloca a Panamá en el centro de un mapa que combina logística legal e ilegal. Mientras el Canal sigue siendo una de las arterias comerciales más seguras del planeta, sus costas y terminales han pasado a ser vulnerables a la infiltración criminal, donde los contenedores y remolcadores actúan como camuflaje.
ÚLTIMA HORA | Panamá incauta 12 toneladas de cocaína tras interceptar un barco y captura a una decena de extranjeros
— AlbertoRodNews (@AlbertoRodNews) November 11, 2025
La embarcación había salido "de Juradó, Buenaventura", en Colombia, y se dirigía "hacia México, lo que obviamente genera una ruta a EEUU" https://t.co/RozXRZvma8 pic.twitter.com/UbtDPHcmwm
El dilema panameño trasciende las cifras: se trata de una lucha entre su vocación comercial y su condición de corredor del narcotráfico. Las autoridades han intensificado la cooperación internacional y la vigilancia portuaria, pero el equilibrio sigue siendo frágil. A medida que los carteles diversifican sus rutas, las fuerzas de seguridad enfrentan la paradoja de custodiar uno de los puntos más estratégicos del comercio global.
🇵🇦 | Las autoridades panameñas informaron del decomiso de 13,5 toneladas de estupefacientes tras interceptar un buque en aguas del Pacífico. El barco se dirigía hacia Centroamérica y México, según el Servicio Nacional Aeronaval (SENAN).
— El Frente Global (@EFGDigital) November 12, 2025
La operación se llevó a cabo en el marco… pic.twitter.com/OXdECereDK
En el trasfondo, Panamá enfrenta el reto de redefinir su imagen internacional. Cada incautación exitosa revela tanto su capacidad de respuesta como su exposición estructural a un negocio transnacional que no reconoce fronteras. La guerra contra el narcotráfico, en su territorio, no solo es una cuestión de seguridad, sino también de soberanía económica y diplomática.