El Booker Prize nació en 1969 con un objetivo claro: destacar la mejor novela escrita en inglés y publicada en el Reino Unido o Irlanda. Con el tiempo se convirtió en el premio literario más influyente del mundo anglosajón, capaz de cambiar la vida de un autor con una sola estatuilla. Entre sus ganadores figuran nombres consagrados como Salman Rushdie, Margaret Atwood, Kazuo Ishiguro o Hilary Mantel, todos autores que, tras su paso por el Booker, alcanzaron reconocimiento global.
Cada año, el jurado del Booker lee más de un centenar de novelas -153 en esta edición- para seleccionar una lista larga, una lista corta y finalmente un ganador. La elección no solo reconoce la calidad literaria, sino también la capacidad de cada obra para reflejar las tensiones del presente y desafiar al lector.
En 2025, el premio tuvo como presidente del jurado al irlandés Roddy Doyle, ganador del Booker Prize 1993 por Paddy Clarke Ha Ha Ha. Lo acompañaron la novelista nigeriana Ayọ̀bámi Adébáyọ̀, la escritora estadounidense Kiley Reid, el crítico literario Chris Power y, en una decisión tan inesperada como celebrada, la actriz y productora Sarah Jessica Parker.
La ceremonia se realizó en Londres y culminó con un recibimiento en Clarence House, residencia de la reina Camila, quien elogió a los autores finalistas y subrayó la importancia de la lectura como “puente entre mundos y generaciones”.
El ganador fue el británico-húngaro David Szalay con su novela Flesh, un relato crudo y profundamente humano que sigue la vida de un hombre desde su juventud en Hungría hasta su ascenso social en Londres. La obra aborda temas de clase, deseo, vulnerabilidad y poder, y fue destacada por el jurado por su estilo austero y su mirada honesta sobre el cuerpo como territorio de experiencia y memoria.

Para Sarah Jessica Parker, el mundo de los libros no es una novedad. Desde 2016 dirige su propio sello editorial, dedicado a publicar ficción contemporánea y promover nuevas voces literarias. Amante de la lectura desde la infancia, la actriz ha construido una identidad paralela a su carrera en el cine y la televisión: la de una editora comprometida y lectora voraz.
Durante los meses de deliberación, Parker leyó más de 150 novelas. En declaraciones previas al premio, confesó que el desafío le resultaba “intimidante, pero fascinante”, y que su objetivo era escuchar y aprender de sus colegas escritores. Su participación simboliza una apertura: un puente entre el universo de la cultura pop y el de la literatura más exigente.
Su presencia aportó algo más que celebridad. Parker representa a una nueva generación de lectores que descubren los libros desde plataformas digitales y redes sociales. Con su sensibilidad, contribuyó a democratizar el diálogo literario, acercando el Booker a un público que quizás nunca había oído hablar del premio.
Su perfil no académico -pero sí profundamente lector- introdujo una perspectiva más emocional, más conectada con la experiencia del lector común. Y en eso radicó su aporte: demostrar que la literatura no necesita solemnidad para ser profunda.
El Booker Prize 2025 se recordará no solo por el triunfo de Flesh, sino por su capacidad para unir mundos. La ceremonia mostró que la lectura sigue siendo un acto de encuentro, incluso en una era dominada por pantallas y algoritmos. Parker, al aceptar su rol con humildad y entusiasmo, recordó que el amor por los libros no distingue profesiones ni fronteras.
En un tiempo en que la cultura tiende a fragmentarse, su presencia en el jurado fue un gesto de reconciliación: la cultura popular y la literatura pueden -y deben- convivir. Porque, al fin y al cabo, toda gran historia, ya sea escrita o interpretada, busca lo mismo: entender al ser humano en su complejidad.