El rey Carlos XVI Gustavo de Suecia generó controversia internacional tras sus declaraciones en la cumbre climática COP30, que se desarrolla en Belém, Brasil. En su intervención, el monarca cuestionó abiertamente las nuevas exigencias económicas que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) impulsa para que los países más desarrollados financien la lucha contra el cambio climático.
“¿Cuánto se supone que debemos pagar realmente?”, lanzó el soberano sueco, en alusión a los impuestos y contribuciones que se evalúan para las naciones occidentales. Según afirmó, resulta “imposible que todos los países firmen el mismo documento” y cada Estado “debe asumir sus propias responsabilidades y hacer lo mejor que pueda”.
Sus dichos sorprendieron por el tono y el momento. Aunque el rey mantiene desde hace años una agenda ambiental activa -Suecia fue pionera en la materia desde la Cumbre de Estocolmo de 1972-, esta vez su mensaje fue interpretado como un cuestionamiento directo a la arquitectura financiera global de la ONU, que busca que los países más ricos paguen más por las emisiones que generan.

“Europa representa apenas el 6 % de las emisiones mundiales, y aun así se espera que cargue con una parte desproporcionada del costo”, afirmó. El comentario fue replicado por medios escandinavos y despertó un debate en Estocolmo: ¿puede un monarca constitucional opinar sobre temas con implicancias políticas internacionales?
La ministra de Clima y Medio Ambiente, Romina Pourmokhtari, se distanció de las palabras del rey al recordar que Suecia respalda el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, núcleo de los acuerdos ambientales de la ONU. Desde el Palacio Real, en tanto, se aclaró que el monarca “no criticó a ningún país en particular, sino que expresó la complejidad de alcanzar acuerdos globales equitativos”.

Más allá de las aclaraciones oficiales, el episodio expuso la creciente fatiga europea frente a las demandas del Sur Global. En plena COP30 -que busca consolidar el nuevo fondo para pérdidas y daños-, las declaraciones del rey sueco reabren el debate sobre quién debe pagar la factura del calentamiento global y en qué medida.

En paralelo, el propio Carlos XVI Gustavo aprovechó su visita a Brasil para remarcar la necesidad de fortalecer la “resiliencia” frente a los desastres climáticos y de proteger los ecosistemas amazónicos. Pero la frase inicial -“¿Cuánto se supone que debemos pagar realmente?”- ya había dado la vuelta al mundo y marcó uno de los momentos más tensos de la cumbre.