Una nueva encuesta nacional encendió luces amarillas en Casa Rosada. Si bien Javier Milei logró consolidar su núcleo duro de apoyo tras el triunfo legislativo, el estudio de D’Alessio IROL/Beresztein reveló un deterioro en las expectativas económicas y una creciente incertidumbre sobre el rumbo del Gobierno. El sondeo fue realizado entre el 29 y el 31 de octubre, días después de las elecciones legislativas.
El dato más llamativo del relevamiento fue la coincidencia entre el voto y la aprobación de gestión: el 42% de los consultados apoya la administración libertaria, mientras que el 50% la desaprueba. Sin embargo, más de seis de cada diez encuestados afirmaron que la economía está peor que hace un año, y una mayoría cree que 2026 podría ser aún más difícil. En este contexto, los consultores advirtieron que “el voto a Milei fue una exigencia de resultados, no un cheque en blanco”.
La “incertidumbre económica” se consolidó como el principal problema del país, desplazando incluso a la inseguridad. También creció la preocupación por la “falta de propuestas de desarrollo”, un dato que —según los analistas— marca un cambio en la demanda ciudadana: la gente ya no solo pide estabilidad, sino crecimiento real. Desde el Gobierno reconocen que ese mensaje es una advertencia, y que el respaldo electoral deberá traducirse en mejoras en el bolsillo.

En respuesta, Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, ajustaron el discurso poscomicios. Durante su reciente gira por Estados Unidos, el presidente prometió que la Argentina podría crecer “entre 7 y 10% anual” a partir de 2026, gracias al equilibrio fiscal y la baja de impuestos. Sin embargo, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central proyecta un crecimiento más moderado, cercano al 4%, condicionado a la recuperación del salario real y la expansión del crédito.
El desafío de Milei hacia 2027 será mantener su base del 40% mientras enfrenta una economía que no termina de despegar. El estudio sintetiza el nuevo escenario político: una sociedad polarizada, con un oficialismo fortalecido pero bajo presión. Como resumió uno de los analistas, “el voto acompañó, pero ahora la gente espera resultados en la heladera”.